Resumen del 2012

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Como dice la canción "con vivos muertos brindando juntos por un año más, un año menos que dolerse de esta herida y de esta luz..."

Un año más o un año menos, todo según desde el prisma donde se mire. Un año de vivencias, de experiencias nuevas, de silencios, de palabras aniquiladoras. De situaciones incomodas, de momentos tranquilizadores, de todas y cada una de esas cosas que lo han hecho un año único y distinto al resto. Abandonando un numero par para sucumbir al numero trece. 

A lo largo de este año he conocido gente que se ha vuelto imprescindible, personas que lo han tenido difícil pero siguen ahí queriendo formar parte de esto, y de la vida que me envuelve. Soportando esos cambios de humor tan bruscos que tengo y de los que ya no me avergüenzo.

He aprendido, he aprendido a verme con ojos distintos, a quererme de forma especial y a sentirme de ese mismo modo. He aprendido que me gusta ser quien soy, admitiendo el carácter tan complicado que a veces marca mis días, el querer apartarme del mundo con tantas ganas y automarginarme porque es lo que necesito algunas veces para estar bien. He aprendido a quererme en soledad, a admitir que la gente me agobia más de lo normal, por eso sólo soy yo la que se acerca cuando quiero, cuando siento que así lo necesito. He aprendido a ser sanamente egoísta para sentirme bien conmigo misma.
He descubierto parte de mi que desconocía por completo, me he sorprendido día tras día con actitudes mucho más maduras de las que me creía capaz.

He sido fuerte, he luchado por mis ideales, y por todo aquello que creí merecía la pena. He llorado, he reído, he sentido y me he dejado llevar. Me he silenciado cuando quería gritar. Y he gritado cuando no debía a penas pronunciar.

Me admito diferente, cambiada e incluso realizada. Con mis actos, mis palabras y el curso de la vida que he querido llevar. No ha sido un camino de rosas, jamás pude hacérmelo fácil porque no es algo que me llame la atención, está más que comprobado. Lo que me da vida, lo que me hace sentir especial, todas esas cosas que encienden la chispa para querer avanzar, quedan muy lejanas a una vida simple y sencilla.

Soy así porque quiero ser así. Soy así porque me gusta ser así. 

No lo he aprendido todo en este año, también he desaprendido muchas cosas, e incluso hay demasiado que aún no sé. Y precisamente eso, es el encanto de querer seguir intentando. De querer seguir subiendo a lo alto de esa cumbre que estoy construyendo. Unos cimientos sólidos, entre los que sentirme segura y firme siendo quien soy.

Se avecinan nuevos proyectos, nuevas ilusiones y miles de historias que contar.

Lista para empezar.

Sé lo que quiero.

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Quiero volver a ser la chica feliz. A sonreír con ganas y a sentirme liberada de toda emoción que pueda dañarme de alguna forma.

Quiero dejar de sentir dolor y alejar de mi vida a esas personas inestables que me desequilibran la balanza. Quiero poder dormir del tirón sin que los recuerdos me perturben y los miedos que me acechan me desvelen de mis noches de descanso. Quiero poder salir a la calle y sentir mis pisadas firmes sobre cualquier tipo de asfalto. Quiero alzar mis alas y volar alto, muy alto. Quiero seguir soñando, comerme el mundo a bocados, y no dedicar ni un segundo de mis pensamientos a ese tipo de personas que no han sabido valorarme. Ese tipo de personas que me buscan en otros cuerpos en otras caras, para no tener que reconocerse en la verdad.

Quiero crecer interiormente y sentirme capaz de todo. Quiero despreocuparme por completo de un mañana, y vivir aferrada a un presente cada vez más diferente. Aquí y ahora. Sin un plan especifico que me marque el curso de las horas, quiero improvisar. Quiero no saber que me deparará hoy. Quiero sorpresas enriquecedoras que me devuelvan las ganas de seguir, de luchar y de conquistar.

Quiero bañarme de palabras bonitas, envolverme de miradas cautivadoras y sonrisas plenas. De ojos cómplices, silencios suculentos y caricias ardientes.

Quiero, quiero no dejar de querer, jamás.

Historias para no dormir.

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Caminas mudo, distante y con la duda clavada en la nuca. Sonríes y te mientes. Te escondes y todo parece mejor, tras el velo raro de una mentira teñida de falsa verdad. Que se distrae tras el torbellino arrebatador de sentidos inconexos que atraviesan un pasillo largo de humillaciones que pudieron evitarse. Y ahora eres tú, el que usa esa misma técnica para salvarse de una muerte prematura de querer ser sin poder serlo. Y querer seguir fingiendo que esa es la vida y esa es tu meta hoy en día.

Y el circulo vicioso, se estrecha. Vuelven las recaídas, el decirse ahora luego y quizás más tarde. Y el pausarse y distanciarse para seguir sintiéndose grande, sobre un ego que se desborda y se vuelve tan egoísta como su propietario. La soledad aprieta, ahoga y carcome tras los pasos mal dados, y las equivocaciones traicioneras de una mente perturbada por Dios sabe qué.

Hoy es blanco, mañana negro, quizás pasado sea gris. Hoy un "si" te despierta del ensueño, mañana un "no" te devuelve a la oscuridad. Y esa es la vida, tan querida, tan verdadera, y tan esperada por un sin nombre como tu, que hoy decide. Porque el siempre saber qué decidir, en que momento y en que lugar.

El comienzo de algo bueno: el cambio.

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Algunas veces intento ser un poco más abstracta cuando escribo, o simplemente me dejo llevar con los cinco sentidos y escribo todas y cada una de las sensaciones que me envuelven. Hay ocasiones en las que describo lo que veo, las impresiones que tengo, o me invento historias.

Otras veces, sólo explico, me abro y me sincero con el mundo, hacia el exterior, pongo el modo diario on, y esta es una de ellas. Hubo un día en que un anónimo, en un lugar no muy distinto a este, me llamo egocéntrica. En aquella ocasión no lo fui, hoy quizás si.

Hay situaciones, tal vez inesperadas que consiguen hacerte cambiar el chip. Puede también que noticias que confirman tus sospechas ayuden a abrirte los ojos y a que ese chip cambie aún mas rápido. Empezaré por el principio. 
Un día frío, no muy lejano, alguien que me conoce posiblemente muy bien, consiguió captar mi atención después de describir esa persona que soy sin ser todavía. Suena extraño, pero si. Es esa persona que sería realmente después de quitarme la coraza, de soltar mis miedos y echar el vuelo de una vez por todas. Es esa Ainara que no quiere salir a la luz, porque la mascara que envuelve mi cara no le deja sentirse ella misma, una forma de protegerse de un mundo quizás cruel o quizás no. 

El segundo toque de atención llegó unos días después, cuando otra persona esta vez una mujer. A la que admiro por encima de todas las cosas, me describió exactamente qué es lo que proyecto al mundo. Las palabras me enternecieron y que queréis que os diga me sentí única después de eso. Me describió como ese tipo de personas que cuando llega a un sitio siempre quiere pasar desapercibida, que se mueve sigilosamente precisamente por eso mismo. Que me retraigo y me protejo a mi misma con mis gestos, que me recojo la manga del jersey, me cruzo de brazos y bajo la mirada al suelo.  Que sonrío mucho, y al darme cuenta de ello, trato de disimular. Que me he creado una coraza para protegerme de los demás, pero soy cercana, y soy de esa clase de persona a la que pararías por la calle y le preguntarías la hora. 
Y lo que más me llegó, es que soy de esas personas, que transmiten algo especial, y es que soy muy especial.
Quizás es lo más bonito que me hayan dicho nunca; que soy especial, diferente, distinta.

Puede que el conjunto de todo lo vivido en tan poco tiempo, de lo que cuento y de lo que oculto. De lo que sé y de lo que intuyo. Puede que todo eso me haya hecho reaccionar, y que ahora de una vez por todas me atreva a estar receptiva al 100%. 

No lo sé, lo único que si sé, es que yo he cambiado y que algunas personas ya se han dado cuenta.

Queda poco para el nuevo año, un nuevo año lleno de nuevos proyectos y de nuevas historias.

Feliz día para ojos lectores y caras sonrientes!!


Ahora, ya, si.

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Cuando el tiempo vuela, y devora a su paso los días. Unos días de textura intensa, que recorre lentamente pausando cada sensación que anida y se hace mas fuerte o quizás más débil.
Crecer a velocidad luz para enfrentarse a ese tipo de cosas de las que jamás te hubieras creido a la altura. Pero lo haces, te lanzas al vacío y tratas de caminar por esas sendas de pasadizos arenosos.

Ya no eres una niña, ya no juegas a esconderte tras el velo que te protege de lo que no se puede controlar. Ahora sientes, ahora las cosas duelen y te enfrentas a las tinieblas de una vida injusta que se desvía siempre de su trayectoria coherente de normalidad inexistente. 

Los sentimientos pesan, y luchas contra cada uno de ellos, cuando pesados deciden salir al exterior. Y te contienes unas lágrimas ardientes que se desprenden desangrando cada rincón sombrio que decides guardar en tu interior. 

Ya no soy, la que se esconde, la que acepta, la que se conforma con lo que hay. Ya no soy la que silenciosa entra deseando que los demás no le dediquen su atención.

Soy yo, la que se entrega al máximo y da de si misma todo lo mejor. La autenticidad máxima de lo que si soy.

Porque ahora ya soy.

Última sensación.

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Para qué fingir esa sonrisa forzada que atraviesa los labios, si las lágrimas surcan sin previo aviso. 
Disimular que no te veo cruzar esa puerta y torcer la mirada tras el desgarro agridulce que siento por dentro. Y me tiemblan las manos y el cuerpo me pesa, los movimientos como lineas discontinuas me apartan brevemente de la realidad. 
Y tu presencia me perturba el pensamiento, y la impotencia me silencia por completo. 
Los latidos se aceleran  las miradas tímidas se inquietan  y evitamos que choquen y colisionen con las palabras amargas que deciden salir a batallar. 
La confusa sensación, de querer ser más, siendo menos. de borrar lo que se dijo para inventar lo que no se hizo. Jugar a hacerse daño y destrozarse por completo. Fin.