Poema de palabras silenciosas

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Silencio.

Enmudezco y los sentidos se pierden.
Atrás, y se esparcen por el suelo de esta habitación.
Añicos; los pedazos de recuerdo destilados por sentidos opuestos,
que a quemarropa deciden posarse sobre mi piel.


Las turbulentas sentencias de un demasiado tarde, demasiado lejos.
Demasiado pronto. 
Y se pierde tras la lejanía de pensamientos turbios.
Miradas vacías y sonidos quebradizos de risa nerviosa, dedos trémulos.
Sentimientos a flor de piel.
 Aquí, en el momento de salir y echar a volar.
En el segundo de después, entre ojos que no quieren ver. 
Oídos que se niegan a escuchar, y voces que deciden no volver a hablar.


Un hasta pronto, hasta siempre, hasta luego.
Hasta mañana, hasta un buen desperar,
un de nuevo; buenas noches.
Un silencio.

Una verdad cegada.
Una verdad privada.
Una verdad real.

De lo que es y lo que será.

Golpes de vidas ajenas

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A veces estamos tan sumergidos en nuestras vidas que no somos del todo conscientes por los duros momentos que están pasando personas cercanas a nosotros.

Desde a fuera; nos preguntamos porque razón se encierran en sus mundos. Huyen de la vida cotidiana y se pasean con caras largas, y la palidez rodeando el aura. A veces te gustaría poder colocar tu mano en su hombro y dar el apoyo que se puede dar. Y en ocasiones lo único y mejor que se puede hacer es mantenerse al margen de la situación.
Hay personas que se quiebran cuando tiendes la mano, que sucumben a caer al vacío y temerosos de sentirse desprotegidos se cubren de metal, un metal frío e imposible de atravesar.

Y desde aquí, desde mi pequeño rincón decido romper el silencio, para unirme a su condición. A ella, que la vida y los años no le están haciendo justicia a su forma de ser. Tan buena, a veces quizás demasiado y la suerte no decide estar de su lado. A ella que aunque trate de ponerme en su lugar, dudo que sepa lo terrible que debe ser perder tanto en tan poco tiempo.

Espero que de una vez por todas la vida le sonría como realmente merece ser.

Aquí y ahora

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Es curioso como pueden llegar a cambiar las cosas. Como algo que hace relativamente poco resultaba molesto, ahora deja de tener esa importancia. Cobra un significado distinto, tal vez resultado de la ignorancia del mismo. Supongo que en realidad se trata de convencerse, de mirar las cosas bajo otro punto de vista, salirse del papel y observar atentamente esas cosas que descolocan. Buscar soluciones y ponerse de lleno a ello.

Algunas cosas cuestan más que otras, lo normal. Pero siempre se puede llegar algún acuerdo entre la situación y el propio bienestar. Intentarlo una, otra y otra vez. Hasta llegar a ese equilibrio donde todo coge su justa medida y nada más. Quizás suene un poco abstracto, o tal vez no. Las cosas cada uno las interpreta como quiere y eso está bien. Está bien buscarle el doble significado, un parecido o hallar un ejemplo con el que compartir una opinión.

En mi caso, suelo pasar por una serie de fases. Las primeras fases son aquellas en las que no ves ninguna salida, te ciegas en decir que no hay nada que hacer, que es lo que hay. Y entonces te echas la culpa aunque no tengas nada que ver. Te sientes mal, y quizás puedas llegar a pensar que si lo hubieses hecho de otra manera esto no estaría pasando. Yo ahí decido poner un punto. Un punto bien grande, y decirme. Está bien, lo hecho; hecho está. Ahora busco la manera de o bien solucionarlo, o bien encontrarme mejor.

Solucionarlo. Tú puedes querer solucionar algo, pero si en ese algo están implicadas dos personas, por mucho que tú quieras, nada se puede hacer. Yo no seré la que se de contra una pared, más no. Así que busco esa tranquilidad, esas ganas de disfrutar de los pequeños detalles que se presentan. Aunque siempre hay unos días mejores que otros, pero así es la vida. No sirve de nada lamentarse, no sirve de nada perderse por los rincones. Lo que sirve es demostrarse a uno mismo esas cosas buenas. Esas cosas que si merecen la pena.

Me limito a vivir día a día.

Y lo que no es, no es. Pero lo que tenga que ser, será.

Retrasar lo inevitable

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Estas cosas saben mal. Cuando en tu mente te inventas miles de situaciones quizás demasiado inalcanzables. Esas ideas que revolotean por la cabeza y en seguida, piensas en lo absurdo que parece que pueda llegar a ser verdad. Pero ese día llega, y entonces piensas que en realidad estabas durmiendo y en cualquier momento despertarás. Y un buen día sin venir a cuento, llega ese día que tanto temías, en el que despiertas y todo eso se esfuma aparentemente sin a penas dejar rastro.

Sabe mal cuando pasa esto. Y estoy cansada de escuchar y leer que no debería ser tan emocional, de tener que medir las palabras para no asustar, cansada de tener que dejar espacio para tratar de molestar lo menos posible, y en el fondo querer seguir ahí de la forma que sea. Estoy cansada de ser vulnerable a estas cosas, y a tener que fingir que me dan igual, cuando se ve a años luz que no es así.

Pero que más da, las cosas que me importan vienen como vienen. Soy así, me dejo llevar por lo que me preocupa, me invaden miles de sensaciones y a veces no son del todo buenas. Me gustaría pensar que nada ha cambiado y sin embargo lo ha hecho. Que el espacio y la prudencia no sirven de nada, porque cuando uno quiere algo hace todo lo posible.

Me quise poner fecha, algo muy tonto, para autoconvencerme de lo que estaba ya muy claro. Ponerse fecha es retrasar lo inevitable. Así que mejor hacer frente ahora, aunque duela, que engañarse y seguir fingiendo que todo da igual, aunque en realidad sepa mal.

De vuelta a las aulas

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Como no podía ser de otra manera, aquí estoy. Uno de octubre, octubre... ese mes que guarda tanto recuerdo, y que en su día ya explicaré.
Hoy primer día de repostería. Nervios previos a la clase, esas preguntas de; que tipo de personas acudirán, será entendible, cómodo, será un placer asistir o tal vez de palo. Ese tipo de cuestiones antes de ver lo que sucederá.

Estoy contenta, muy contenta. Me he sentido a gusto, entre unos pocos desconocidos. Cada vez me cuesta menos amoldarme a las situaciones, hablar en publico, decir sin pensar demasiado y lo más importante: improvisar.

Recetas fáciles, con algún truco de más. Cosas que te hacen llegar a casa y tener ganas de meterse en la cocina y probar. Así que seguramente mañana será un día de cocinitas y ver si soy buena alumna o no. La semana que viene soy yo la que cocina, tengo ganas. 

Y lo mejor es el final, degustar lo que se ha hecho, diferenciar los matices, las texturas, el contraste de sabores. 

Sin duda, hoy dormiré plena.