Un momento

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Se paraliza el tiempo y el oxigeno lentamente disminuye. 
Se acorta la distancia del espacio próximo 
que nos une en una misma habitación. 
Los sentidos se disparan, las miradas rehuyen 
a la sensación que anida de lo mas profundo 
y trepa hasta salirse por los poros de la piel. 
Se canaliza la respiración en un vaivén entre cortado
de caricias imposibles que deseadas se imaginan sin parar.
Las piernas tiemblan, el cuerpo entero se balancea 
en un estado de catarsis incontrolado. 

El sudor, el color sonrosado que ahora siento en las mejillas. 
Las ganas de acariciar suavemente cada recóndito rincón 
que me estremece de su piel.
Sentir el aroma que desprende y el cosquilleo 
que se prende de un quiero y no puedo demasiado tentador.

Permaneceré soñando cada maldita vez 
que la casualidad vuelva a hacer de las suyas. 
Seguiré torciendo la mirada y quedándome embobada, 
cuando sus ojos no me miren y su ausencia 
se despida lentamente de este espacio tiempo aniquilador.
Seguiré buscando excusas baratas para subir y bajar, 
y hacer de esa casualidad una lotería continua 
de un tal vez hoy si, hoy pueda ser uno de esos días 
donde la suerte me sonría
y me compensa con su presencia una vez más.

Carreteras secundarias

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Estoy agotada mentalmente.


A esto me refiero, a que no necesito a mi alrededor personas que no sepan lo que quieren. Personas que dan tumbos y que te hacen ir de lado a lado sin llegar a buen puerto. Personas que una vez que dejan de ser el centro de atención vienen a dar señales de vida. Porque en el fondo no quieren ser olvidados. No necesito a personas egoístas que decidan lo mejor para ellos sin pensar en las consecuencias que eso puede ocasionar.
No necesito llenar mi cabeza ni mi vida de tonterías pasajeras que no tienen fondo contundente ni nada que aportar.

Quiero; ahora bien; he dicho quiero, y todo aquel que se sienta muy lejos de todo esto que ni lo intente, que esta vez no voy a estar. Quiero a mi lado a personas capaces de llevar su vida, personas que no tengan miedo a dejarse llevar. Que sepan valorar lo que tienen delante, y sepan cual es el camino que deciden sus pies, sin alti-bajos descomunales. A personas que no les importe escuchar, que tengan algo que aportar. Personas que quieran estar ahí, sin importar el como, cuando y donde. Yo estaré ahí pero sólo para entonces. 

He sido demasiado buena, y demasiado paciente. He estado ahí aguantado actitudes que ni merecía en su día, ni merezco ahora.
Hace mucho tiempo que dejé de competir para atraer la atención de nadie, o te gusta lo que ves o no. No hay más. Ni complicaciones, ni torturas, ni confusiones abismales que destruyen cualquier cosa buena que se ponga a tu alcance. 

Tú has elegido lo mejor para esta vez. Bien, ahora mi único objetivo es olvidarme de ti. Radical, si, tan radical como tu postura hacia a mi. Las cosas se solucionan hablando, y no huyendo. Recuérdalo para la próxima.



Y aquel que me lo de todo, todo lo tendrá.



El miedo

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Desencajamos el miedo. 
Ese miedo a hacerse con el control de las cosas, 
a saber que, que algo salga bien tan sólo depende de ti, una actitud. 
Ese miedo a ser únicos, tan diferentes, tan abstractos al resto del mundo. 
La antítesis profunda a lo dictado como normal. 
Normal, que palabra tan poco concreta. 
El miedo, al rechazo, al abandono, ese miedo a quedarse tan solo. 
El miedo, a decidir por uno mismo, a elegir que paso será el siguiente y ser consecuente. 
El miedo, a equivocarse, a aceptar una derrota. A tragarse un orgullo demasiado grande. 
El miedo, a dejar que las cosas sigan un curso muy alejado a nuestro control, 
a perder las pautas, a distraerse y caer en el filo continuo de lo desconocido.
El miedo a ser feliz, o a sentir la tristeza inundarte por dentro.
El miedo a dejar que las emociones fluyan a su antojo.
Los miedos de colores y sabores tan distintos, 
los que nos hacen ser como somos, y nos acercan o nos alejan de lo terrenal.
Nosotros los que decidimos romper los esquemas.
Desencajamos el miedo.
 ese miedo a reconocer la verdad.
Al aceptar y distenderse para tratar de cambiar.
Ese, el miedo que mucho estropea y de poco sirve.
El miedo; tan cruel, impaciente, sincero y antitemporal.


Día en St Quirze

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Si pudiera escoger un sitio donde vivir, elegiría Sant Quirze del Vallés, siempre me ha gustado. Un lugar donde encuentras tranquilidad, pasar el día, pasear. Una tarde en el parque, donde ves a la gente con la manta de picnic. Me encanta. Me gusta las fachadas de los edificios, un estilo antiguo. En general, me gusta el pueblo en si.
Así que ir a pasar el día, no me supone ningún sacrificio, es como un cambio de aires, totalmente diferente a lo que estoy acostumbrada a ver. Y claro si donde viven mis tíos, no se puede considerar que sea una persona familiar, más bien al contrario. Ya lo decía mi abuela ( la madre de mi padre) que yo era muy rebelde y que pasaba de la familia, en cambio mi primo siempre ha sido muy familiar. Nos comparaba bastante. Tampoco es así del todo, es cierto que yo voy más bien a la mía, pero también es verdad que mi padre siempre nos puso en contra de su familia, y me mantuvo bastante alejada. Con el paso de los años, te vas dando cuenta de como es cada persona, quien tenía razón y quien no. Mis tíos; la hermana mayor de mi padre y su marido, siempre han estado ahí cuando he tenido mis problemas, me ayudaron con la primera mudanza en igualada, con el montaje de los muebles y demás. Y me ayudaron con la segunda mudanza, deprisa y corriendo de vuelta a Olesa, me ayudaron a conseguir el coche nuevo, e incluso me ofrecieron su casa para vivir más de una vez. Les debo muchísimo. Las dos hermanas de mi padre es lo único que me queda de familia aquí, y con la parte de Galicia poco puedo contar. Los problemas llueven, solo piensan en el dinero que pueden sacar, pero no en lo fundamental; la familia. 

Mi madre siempre me intentó inculcar que la familia era un pilar muy importante. Mientra que mi padre decía que la familia eramos él, mi madre y yo. Al final la familia por las dos bandas ha resultado ser un fraude, así que va bien mantener lo poco que queda de ella. 

Hoy ha sido un día bastante completo, con ellos es muy difícil aburrirse, siempre están con bromas, y de buen humor. El ipad ha triunfado, sin duda la aplicación del tarot ha sido un puntazo, se lo iban pasando una y ora vez probando todas y cada una de las tiradas, una distracción más. La comida bien, consejos y lugares para visitar de Menorca. Luego que no falte una sesión de juego de la play, y es que casi es un pecado ir a esa casa y no ponerse a jugar a algo. Esta vez uno de disparar a zombies, si, soy un poco friki, soy de esas que se pone a jugar al Time Crisis y se emociona con lágrimas incluidas. Me encantan estos juegos.
Después una sesión de Mary Kay, y esta vez he caído pero bien. Y para acabar una visita a La Ca Pe Lla, un bar / restaurante de Sabadell con buenas vistas, en la parte de a fuera tiene una zona con césped, mesas y hamacas, y si, lo nunca visto; puedes "alquilar" mantas también. 



Toques de atención

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Hoy es un día de esos en los que no sé muy bien sobre que escribir, sólo sé que me lo pide el cuerpo. Que lo necesito, sin más. Tampoco tengo ganas de dejarme llevar como todas esas otras veces, así que en estos casos recurro al diario modo on, ya que el verdadero lo tengo muy abandonado.

A veces pasa que cuando tienes la mente totalmente ocupada en un solo pensamiento y casi todo ronda entorno a eso, por más que tratas de rehuir el tema, distrayéndote de alguna forma, o a veces te das por vencido y que sea lo que tenga que ser. A mi me ocurre que llegan los que yo llamo, toques de atención. Es como algo exterior que supera con creces lo que ocupa tu mente, algo que te hace bajar de golpe y poner los pies en el suelo. Como cuando dicen que los golpes en el dedo meñique del pie, son avisos de que quizás no lo estas haciendo tan bien como piensas. Algo así.

Hace unos días estaba tumbada en la cama, tratando de que mis ojos y todo mi cuerpo cediera al sueño, cuando escuchaba de fondo como el gemido / llanto de un niño, al principio pensé que se trataba de los vecinos de arriba, y seguí con la lucha sueño vs. calor. Volví a escuchar el mismo gemido algo más intenso, y prolongado, y entonces supe que no era un niño, era un gato. Venía de la calle, pero seguí tumbada en la cama dando vueltas. Hasta que escuche a dos gatos pelearse. Y entonces caí, era en mi casa, en el balcón. Corrí hasta allí, estaba mi gata en la ventana bufando y muy nerviosa. En la barandilla del balcón colgaba el otro gato, un gato que es el triple de grande que el mio. Y entonces cayó, escuche el sonido del golpe al chocar contra las piedras del patio de abajo. Me asomé, estaba muy oscuro, pero al rato pude ver que estaba bien. Me molestó que mi gata fuese tan anti sociable, pero sin más, no le hice mayor caso, me fuí a dormir.

Al día siguiente mi gata no podía abrir un ojo, el sofá estaba manchado de sangre, y en el suelo de la galería habían uñas. El ojo le supuraba mucho, cojeaba de una pata, ni comió ni bebió en todo el día. Tiene un hematoma en el ojo seguramente de un arañazo del otro gato, la pata sigue sin poderla apoyar, por suerte no está rota, pero se llevó un buen golpe. Ahora lleva unos días tirada en un sillón, a penas se levanta, esta bastante pocha. Toques de atención que no tienen nada que ver con lo que inunda en tu cabeza, algo que te hace desviar totalmente la atención. A mi estas cosas me hacen sentir impotente, soy de esas que piensa que a mi y a todo el que me rodea, no le puede pasar nada malo. Que ingenua ¿verdad?

Están siendo unos días de pensar lo mínimo, trato de distraerme con cualquier cosa, por muy absurda que parezca. Evito todo eso que me pueda hacer daño de alguna forma, por mínima que sea. No estoy preparada para enfrentarme a según que, aunque a veces me haga la dura. Aunque también es verdad que cabreada es mucho más fácil enfocar las cosas de otra manera, y sobrellevarlo mejor.


Historias ajenas de las que aprender

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Me gustan las sorpresas, sobretodo de esa clase de personas de las que no esperas nada, porque quizás no están en un mismo plano, porque a lo mejor se encuentran a mucha distancia, pero no literalmente hablando. Personas que no te deben nada, que no les incumbe lo que tu hagas o dejes de hacer. Personas que no tienen absolutamente nada que ver contigo. Y ocurre que un día, precisamente de esa persona que jamás piensas que se pueda percatar de tu estado de animo. Te mire a los ojos y te diga, tu; tú no estás bien. Y pasan los días y día tras día, vienen acompañados de más sorpresas. Un toquecito en la espalda, unas palabras de ánimo, son segundos, nada, a veces un simple gesto, algo, algo que cambia tu estado a un poco mejor. Y entonces llega ese día, en que de esa persona que no esperas nada, más que un simple hola y adiós diario. En su rato libre se sienta a tu lado, y te dedica unas palabras. 

Me contó que un filosofo decía; imagina un depredador tras su presa, la manada de presas corre evitando cada una ser cazada, en el momento que el depredador consigue su presa. Todos los demás se relajan. Ahora bien, imagina eso mismo con los seres humanos, en el momento que el depredador consiguiese cazar a uno, los demás correrían a esconderse, una vez escondidos tan solo se lamentarían y sufrirían sabiendo que los próximos serán ellos. Los seres humanos estamos hechos para sufrir. Cuando en realidad sería más simple vivir el aquí y ahora. Vete a la playa, coge una cerveza pon tu mente en blanco, y disfruta del paisaje.
En el momento que te des cuenta de que tu mente vuelve a maquinar, sal. Distráete. Coge esa rutina, y la próxima vez que te ocurra inconscientemente sabrás que hacer.

Bueno, yo valoro mucho estos gestos. Me gusta que las personas me aporten algo en mi vida, me enseñen valores, me dejen poder expresarme. Me gusta tener conversaciones que me hagan sentir plena. Me gusta que alguien me dedique esos minutos tratando de enseñarme que ahí fuera hay mucho por descubrir. Me gusta esta clase de espontaneidad. 

Me contó muchas más cosas, cosas de su país, de la guerra, vivencias, cosas que después de ser escuchadas, mis problemas, mi tortura absurda dejó de tener importancia. 

La teoría la tengo clara, ahora la práctica.
Vivir el aquí y ahora.


WeLoveIkea

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Hacía tiempo que no iba a pasar la tarde al Ikea, ese sitio donde puedo recrearme hasta quedar exhausta. Cotilleando absolutamente todo, tumbarme en las camas expuestas e imaginar, y si esta fuera mi casa... el olor a muebles nuevos, me recordaba tanto a mi casa de Igualada... por un momento añoré todo eso que tuve una vez y era sólo mío. Mi casa. Mi lugar. La mudanza, pintar, decorar. Los baños de espuma. Las noches frente al aire caliente, la manta y mi Kai. Las tardes de sol asomando por el ventanal. Los días de visita recuperadoras, y todas esos pequeños detalles con encanto que pocos entenderían. He vivido rápido, a veces quizás demasiado. Y ahora que sé que es todo eso, todo lo que comporta, aspectos positivos y negativos, sé que cuando lo vuelva a hacer, esta vez, saldrá bien. Por el momento, tengo mi habitación que puedo seguir decorando hasta que me de la gana, o hasta que no quepan más muebles.

Me encanta crear mis espacios, comprar muebles, llegar a casa y montarlos, sea la hora que sea. Siempre me he tenido que espabilar en este aspecto, cuando he querido pintar la habitación he tenido que ser yo, desde pequeña colgar cuadros, estantes, cortinas, arreglar interruptores, hacer empalmes de cables, arreglar grifos, cisternas, lo que sea. Mi madre se piensa que soy una superwoman que lo sabe hacer absolutamente todo, siempre que se estropea algo ya da por sentado que yo seguro que puedo... ojalá, no siempre es así. Simplemente me apaño como puedo, mi padre nunca estuvo ahí para estas cosas, así que si quería algo me lo tenía que buscar solita, y me encanta que haya sido así.

Así que nada, buen día, buena compañía, buen resultado. Estos cambios hacen bien, es una forma de renovarse, un respiro y aire nuevo. Otra forma de pensar.




Casa Igualada



Dejar pasar

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No dejo de repetirme que si empezase a quererme un poco más estas cosas no me pasarían. No llegaría a estos puntos en los que me siento como una mierda, por culpa de personas ciegas que no han sabido valorarme como es debido. Me siento mal conmigo misma, por permitir que esto ocurra, que me sienta tan vulnerable a ciertas actitudes hacia mi.

Que absolutamente nadie tiene derecho a hacerme sentir tan poca cosa, porque no me lo merezo y no es verdad. Trato de hacerlo lo mejor posible, de mirar hacia delante levantar la cabeza y seguir fingiendo que estas cosas no me importan. Pero a quien quiero engañar, las emociones me llevan a la deriva. 
Siempre pongo mi mejor cara, escucho y trato de ser comprensiva, aunque las palabras que llegan a mi son como hojas de doble filo que se clavan en mi interior. 
Yo no he buscado complicarme la vida, de verdad que no, sólo me dejo llevar por los sentidos. Esperando que sea correspondida de la misma forma, pero solo me topo con muros, muros infranqueables, que dejan entre ver que si, pero luego de golpe como una bofetada inesperada viene un no. Un no sin fundamento, un no vacío de choerencia y lleno de duda.  

No tengo ganas de andar fingiendo que todo está bien, cuando no es así. No me apetece hacer ver que todo me da igual, cuando soy incapaz de quitarme ciertas cosas de la cabeza. No tengo ganas de forzar algo que yo no he elegido, ni quiero. 
Sin embargo quiero que las cosas empiecen a tener ese sentido, ese aliciente que me devuelva la sonrisa, y ni siquiera sé por donde empezar. 
Hoy lo veo todo demasiado grande, demasiado inalcanzable. Hoy sólo tengo ganas de meterme en la cama cerrar los ojos y que llegue mañana. 

Sueños

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Sueños, esos que vienen a recordarnos lo que despiertos tratamos de olvidar. Los que traen consigo un montón de sensaciones, tan reales, tan palpables que desearías permanecer en ellos horas y horas. Aunque te hallas armado de valor, aunque tus labios consigan decir basta y tus ojos por fin logren mirar hacia otro lado, tu subconsciente sigue arraigado a todas y cada una de esas cosas por las que tratas de huir. Tal vez en contra de su voluntad, desprenderse de lo que le hace sentir bien, lo que consigue transportarle a un estado de tranquilidad, un equilibrio un momento de no pensar. De estar ahí, sostenido en algún sitio, muy lejano a la realidad. 



Sueños, los que al cerrar los ojos te inundan la mente de imágenes, y te dejas llevar por la corriente que los transporta, lentamente te dejas caer, te envuelven en ese halo luminoso, y allí permaneces en ese lugar, donde probablemente no hayas sido nunca tan feliz. 


Sueños, esos pequeños envenenados que vienen a recordarnos lo que no tenemos, y tanto deseamos. Los que con lujo de detalle nos dejan la miel en los labios. Pero tras el despertar se queda ese sabor amargo, del espejismo fugaz de una felicidad inexistente y demasiado real.


No hay perfección, sólo cada día un poco mejor.

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El otro día leí una entrada de uno de los muchos blogs que sigo, me impactó supongo que por la certeza en las palabras, porque yo no lo hubiera dicho mejor. Incluso me dió un poco de rabia no ser yo la autora de algo así, tan brillante. Tan auténtico. Me gusta.

Así que la comparto con el mundo y luego sigo, porque supongo que mi entrada tiene algo que ver con todo esto. Y como el plagio es algo que no va conmigo, prefiero la originalidad máxima, aquí lo dejo:

Maquillaje

Resulta curioso la cantidad de veces que nos ocultamos de nosotros mismos , intentando engañarnos, haciéndonos creer que en realidad nos escondemos de los demás.
Que si te pones las gafa de sol es para que no se te vean las ojeras, cuando lo que escondes es la vergüenza por aquel polvo de cinco de la mañana con el que despertaste ayer.
Te maquillas, y escondes tus inseguridades, te enfundas los cascos del Ipod y enchufas la música a todo volumen para no reprocharte aquello que hiciste hace unos días, quizá unos meses, y que aun no te puedes perdonar.
Y te gastas cincuenta Euros en una manicura y un peinado que solo enmascara tus miedos, y te tiñes el pelo, oh si, por qué no te lo cortas? Así nadie reconocerá a la chica del corazón roto que eres.
Sabes que duele, que incluso dolería menos si dejase de latir, pero aun así pensamos que cortarnos el pelo puede cambiar algo, que con el cabello que cae dejará de pesarnos nuestro pasado, que dejaremos de buscarle en otras caras u otros labios, o que ya no nos despertará mas el recuerdo de su olor en la almohada.
Y te despiertas, como de estos sueños tan reales en los que caes y caes al vacío, y aun así, apagas el puto despertador dispuesta un día más a comerte el mundo y entonces, miras al otro lado de la cama y te das cuenta que lo único que sigues queriendo comerte cada mañana es a él y recuerdas por qué siempre vas maquillada y nunca se te olvidan las gafas de sol al salir de casa.



En realidad y sobretodo las chicas, solemos pagar nuestros cambios de humor con el pelo. Cuando dices necesito un cambio radical en mi vida, lo primero es visitar la peluquería. Yo hoy opto por ver mejor y cortarme el maldito flequillo. A ver si de esta forma consigo ver las cosas con mas claridad, aunque de un tiempo para aquí cada vez que me he cortado el flequillo, ha venido una temporada mala. Igual que cada vez que abro la bocaza ocurre exactamente todo lo contrario si es bueno, y si es malo justamente lo que digo. Ley de murphy, la detesto. Pero esto son solo chorradas...

Me gustan los días como hoy, en los que hago mil y una cosas, trabajar bajo presión de vez en cuando no sienta mal, incluso diría que es cuando más disfruto. Adoptar posturas de admiración, de espontaneidad, de ser una misma y no tener la cabeza perdida en lugares desconocidos. Vivir ese preciso instante. 
Como la película del otro día...


¿Dónde estás? Aquí  
¿Qué hora es? Ahora  
¿Qué eres? Este momento

A veces las cosas más simples, resultan ser las más complicadas. Pero hay que armarse de valor, hay que hacerlo, y yo ahora mismo tengo ganas de pensar en mi. Intentar dejar todo lo demás a un lado, y centrarme en todas esas cosas que he ido dejando y casi se estaban desvaneciendo. Retomar antigüos hábitos o empezar de nuevos, corregir todas esas cosas que se me han ido de las manos y que no he sabido parar a tiempo. Respirar y vivir. Parece fácil ¿verdad?. Pues no lo es. Pero me repito y digo. Las cosas más simples, resultan ser las más complicadas. Complicadas si, pero no imposibles.

Los imposibles NO EXISTEN.


Ánimo

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Te levantas con la sensación de que quizás, tal vez, si de algun modo consigues cambiar tu actitud hoy pueda ser uno de esos días de comerse el mundo. Consigues arrastrar el cuerpo algo debilitado hasta la ducha, dejas que el agua caiga sin cesar, y permaneces unos intantes debajo de ese torrente continuo esperando que se vaya tambien por el desagüe toda esa carga pesada que sostienes tras la espalda. 
A duras penas consigues disimular esas ojeras y la palidez que transmite tu piel. Aunque la sensación de mareo persiste, te armas de valor y finges que todo está bien, que no hay ninguna preocupación que entorpezca tu camino hacia esa cumbre tan deseada. Te escondes tras las canciones que no se encuentran nada acorde con tus pensamientos, pero que de alguna forma impiden que vuelvan a tu cabeza y dejen de torturate por unos instantes. 

Tratas de hacer que todo está bien, que no pasa nada, que todo sigue una normalidad corriente, pero es dificil cuando la sonrisa ya no asoma. Cuando no dejas que nadie roce tu piel, porque te sientes demasiado vulnerable, y por ello a la defensiva tratas de esquivar cada acercamiento, como ese gato arisco que no deja ser acariciado. Y entonces vienen las preguntas complicadas esas que hacen que un sentimiento de tristeza se te asome por el estomago y suba hacia la boca. Te reprimes esas ganas feroces de llorar, de perder el control y dejar de ser una piedra. Tragas tus impulsos de sollozo entrecortado y rehuyes de cualquier cosa que te haga caer. 

No quiero caer.

Gritos a Odio

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Odio que cuando al fin parece que todo empieza a ir bien, empiezo a poder sentirme a gusto con lo que hago. De repente me encuentro en medio de circunstancias que por más que trato de entender, no comprendo. Que detesto reconocer que me duele, que duele más de lo que podía pensar. Me siento impotente, sin que a penas una explicación coherente llegue a mis oídos para de algún modo enfrentarme a lo que de verdad es real, y no a lo que mi mente maquina para sentirme un poco mejor conmigo misma. Ese sentimiento de que no pintas nada, que de estar ahí de golpe ya no eres nada, y ni si quiera existe un porque que se atreva a ser dicho, aunque en el fondo de mi cabeza realmente exista eso que no quiero ver, pero que es así, una vez tras otra. 

Y es sólo en estos momentos cuando me arrepiento de haber sido la chica buena, la de la buena intención, la que piensa que la gente no es tan egoísta, la que cree en la inocencia, y en que personas así jamás querrían dañarla. Pero después a la mínima, al estar tanto tiempo alejado de eso, entonces es como que se echa de menos y las dudas vuelven a crecer, y zas, por arte de magia, dejo de existir.
Detesto haver sido compasiva, cuando jamás lo han sido conmigo cuando lo he necesitado de verdad. detesto haber estado ahí, en esas horas de sueño privilegiado, porque simplemente quería compartir esos minutos que me eran otorgados. Y en el fondo detesto y estoy molesta porque sé que lo volvería a hacer. 

Quiero que la gente sea sincera conmigo, aunque lo que me vayan a decir no me guste, quiero saber toda la verdad, y no quedarme así con una conversación pendiente, que tu silencio y tu ignorancia duele más de lo que te puedes imaginar.



Una vez más.

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Demasiado tiempo malgastado pensando que tal vez en mi interior se hallaba una descoordinada sensación, una pieza fuera de lugar que lo dejaba todo patas arriba. Mucho tiempo malgastado buscando soluciones absurdas, tratando de hallar perfectas simplezas que lograran hacer de la sencillez algo fácil, bueno y atractivo. Muchas noches en vela tratando de buscar respuestas a preguntas impronunciadas, por miedo, cobardía o simplemente pereza pura y dura. Muchos segmentos en blanco indecisos y sin explicación se hallan anclados suspendidos en el aire tratando de hallar una maldita salida en este laberinto envenenado de tanta tontería. Para finalmente darme cuenta que el problema no lo tengo yo. No. Cuando después de por activa y pasiva saber que día tras día se lo que quiero y me mantengo, día a día temo las mismas cosas que un pasado reciente y un futuro próximo. Día a día me embarco en los mismos pensamientos, en las mismas apetencias y sigo arraigada el sendero guiada por cada maldita sensación que anhela cada célula de mi cuerpo. No. El problema no soy yo. 

El problema lo tiene el que no es capaz de mantener su cabeza firme en un sitio, el que se mantiene anclado en un punto y no deja que sus ojos y su cabeza vayan más allá. El que se estanca en un pasado lejano, falso y bastante distorsionado de la actual realidad. El que se miente una y otra vez. El que a pesar de todo no aprende y vuelve a caer. El cobarde que dice no, pero en el fondo sabe que si.

La chica de la sonrisa eterna me susurra al oído y yo asiento. Sabiendo con total seguridad lo que va ocurrir. Pero tiempo, ese tiempo al tiempo ya muy lejano. Ese tiempo que ya no se si me queda para invertirlo en quedarme sentada, comer palomitas y vislumbrar lo que se acerca. 

Una vez más.



Me gusta

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Me gusta...
Que se ponga a llover y no llevar paraguas
Escuchar el silencio estirada en la cama
Tarde noche de lluvia peli, sofa y manta
Reir hasta que me duela la barriga
Cantar hasta quedarme afónica
Un abrazo cuando estoy triste
Días de playa bajo mar revuelto
Tardes de te con canela
Escuchar las historias ajenas
Aprender de los demás tan sólo observando
Desayuno de zumo, fresas, cafe y tostadas
Comer nutella a cucharadas
Suspirar profundamente
Hacer estallar los dedos
Tocar la ropa de las tiendas
Ir de acampada
Pasear por la montaña
Respirar aire puro
Caminar por la arena
La risa floja de los días tontos
Una sonrisa matinal
Actuar de forma inesperada
Ser tan diferente y peculiar
Despertarme pensando que es lunes y que sea domingo
Las caricias en si
El contacto visual
Decir lo mismo que otra persona a la vez
Tener telepatía
Cuando dejo la vergüenza y me invade la confianza
Sentirme libre de actuar como quiero hacerlo
Las noches de copas y risas
Correr hasta que no puedo más
Leer y desaparecer por un buen rato
Dormir profundamente 
Que me abracen por detrás
Los besos en el hombro
Los palos de regaliz rojo
Escribir lo primero que se me pase por la cabeza
Entrelazar los dedos
Inventarme la letra de las canciones
Hacer listas para cualquier cosa
Decir sa ma fa bola, mu posas y cualquier tonteria como una niña pequeña
Ponerme nerviosa en algunas situaciones
Que se me acelere el corazón, la adrenalina
Los parques de atracciones
Probar cosas nuevas 
La música que me transmite algo
Las charlas constructivas
El intercambio de opiniones
Los secretos
Que me susurren al oído
Las llamadas y mensajes a altas horas de la madrugada
Los mensajes subliminales
La gente positiva
Deposito lleno, coche y carretera
Perderme en mis pensamientos
Visualizar cosas bonitas
Recrearme en mis fantasías
Compartir la felicidad
Transmitir algo, dejar huella
Quedarme despierta toda una noche
Dejarme llevar de vez en cuando
Darle la vuelta a la almohada para que esté fría
Tener a mi lado personas que me quieren
Despertar acompañada
Tener mis momentos de soledad
Ser independiente
Que me pidan consejo o ayuda
Hacer cosas creativas
Ver documentales interesantes
Filosofar con otras personas
Los videojuegos de lucha y disparos
Jugar al billar
Pasarme la tarde en la bolera
Ir al cine
Meriendas consistentes de batido y pastel
Estirarme en el césped
Observar a las personas
Ver formas en las nubes
Los días de automimarme
Un baño de espuma, música y velas
Las sorpresas agradables e inesepradas
Las bromas y el buen humor
Besar con los ojos
Un beso en la frente (de caballero)
El rasto que dejan algunas colonias de hombre
Taparme con el edredón
Quedarme dormida en el sofá
Las duchas de agua muy caliente
El aire fresco que se cuela por la ventana
Saber cosas que los demás desconocen
Ver que aun estoy ahí
Los detalles insignificantes
Que me recuerden de vez en cuando esas cosas que olvido con facilidad
Los brazos tatuados
Las miradas que dicen más que algunas palabras
Las convinaciones extrañas de dulce salado
Las frambuesas congeladas
Jugar
Chocolate con melindruuus!
Los caramelos ácidos
Los labios carnosos
Tener ganas de seguir
Conseguir las cosas que me propongo
Mi trabajo
Perderme en algun lugar desconocido
Viajar sin rumbo
Estremecerme 
Ser sensible
Demostrarme lo que valgo
Ir tras algo que quiero
Saber lo que quiero
Los planes improvisados
Hacer sorpresas
Sentarme en el suelo
Soñar despierta
Tener imposibles
El misterio
Las personas que tienen algo que las hace peculiares y diferentes
Que el sol se filtre por la persiana
Tener amigos estupendos
Que la gente desconocida me sonría de esa forma
Una hamburguesa steakhouse con doble de salsa barbacoa
La coca-cola
El algodón de azúcar
Sentir esos momentos de felicidad extrema
Encontrar una complicidad
Decir tonterías
Escuchar el silencio con alguien
Guardar los recuerdos en cajas
Pasarme horas con el pinterest
Marcarme un objetivo y cumplirlo
Los nuevos retos
La gente sincera
Saber que va a pasar y acertar
Encontrar cosas que me conmuevan
Descubrir mundos nuevos
Tener mi propia burbuja
Tener señales claras

Y sobretodo me gusta saber que cada día que pasa encuentro más "me gustas".




http://pinterest.com/naretaa/simple-life/

Per sempre.

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El día 2 de Agosto hizo un año que nos dejaste. Esta semana ha sido dura, pasan los días y sigues estando presente en nuestras conversaciones, en nuestro pensamiento. Hace un par de días me sorprendí a mi misma llorando por la calle, sabiendo que las cosas más cotidianas, una simple llamada, un mensaje ya no van a volver.
Hay una cosa curiosa, tu ya sabes que yo jamás he creído en casualidades y que justo un año después de tu partida, escuche una voz tan parecida a la tuya... y no solo eso. Levanto mi mirada para escuchar de quien proviene, y resulta recordarme tanto a ti, las mismas bromas, el sentido del humor, la energía, la forma de hablar. Es como si de alguna forma, volvieras a recordarnos que sigues aquí, entre todos nosotros. Y para mí, ya es suficiente. 

Las cosas han cambiado mucho, todos nos dispersamos más de la cuenta, ya sabes, las personas cambian y al final cada uno mira para si mismo. Echo de menos tus consejos, tu sabrías las palabras exactas para hacerme ver las cosas de otra forma, para hacerme sentir mejor. Tenías ese don, de hacer sentir bien a la gente que tenías a tu lado. Es curioso, que las cosas más simples que tenemos tan al alcance en realidad resultan las más necesarias una vez que ya no las tenemos. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Nunca mejor dicho. Jamás deberíamos olvidar eso, esas pequeñeces que nos dan la vida de alguna forma y nos hacen ser como somos. Es duro que tengan que pasar estas cosas para darte cuenta de lo realmente importante, tu siempre supiste disfrutar de cada momento, vivir el día a día. Yo lo intento de alguna forma aunque a veces sienta que no puedo, se que en realidad no es así. Si quieres puedes. 

El día de tu despedida fue muy emotivo, aún cuando lo pienso se me eriza la piel. Casi no se cabía de la cantidad de gente que quiso formar parte de aquel momento. Fue algo muy duro, el valor de esas personas que subieron a decir sus últimas palabras. Me dolió que algunas personas no hicieran su acto de presencia, tu ya sabes quien. Hay imágenes que no se me sacan de la cabeza. La vida sigue, pero los recuerdos siguen muy presentes. 


No t'oblido. 

Recorda; per sempre.

Libre elección

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- Se te está agriando el caracter. Te has ido apartando y ahora...


- Ahora quiero volver y no puedo. Me he encerrado tanto en mi misma que me he perdido.

- Yo te veo dentro de una caja de cartón, de vez en cuando abres una puertecita te asomas y enseguida vuelves a cerrar. Contigo nunca se sabe por donde vas a tirar. Y yo ya he optado por callar.

- Pero no siempre he sido así.

- No, antes eras más expresiva. Ahora es como si hubieras perdido, no sé, como si hubieras perdido... la alegría. 

La profundidad que pueden adiquirir ciertas conversaciones de verano por la tarde, una cerveza y una fanta de naranja y atreverse a escuchar eso que tantas veces te niegas y te empeñas en ocultar. Como si de alguna forma al hacerlo no formara parte de algo real. Y sin embargo, el día a día te demuestra que te estás equivocando con tu forma de actuar.  Anhelas esos tiempos en los que las preocupaciones practicamente no existían. Cuando te conformabas con cualquier cosa. Estos días he tenido que escuchar muchas críticas, para darme cuenta de la cantidad de obstaculos que coloco enfrente de mi camino. Yo solita. Y ya estoy cansada. Cansada de empeñarme en cosas que no son para mí. En tratar de acelerar el tiempo una y otra vez. En intentar ser tan perfecta y estropearlo en cero coma segundos. Y si tan cierto es lo que dicen del libre albedrío quizas debería empezar a dejar que las cosas sucedan sin más, y lo que tenga que ser será.

Stand by

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En fracciones de segundo mi cuerpo abandonado al sin sentido decide dejarse caer. 
Vuelvo de nuevo a ese estado en que a mis ojos no llega nada capaz de conmoverlos. 
En una pausa espesa se sostienen quizás al anhelo de algo verdadero. 
Algo que les haga sentirse plenos y deseados. 
La llama entusiasta que sujetaban mis dedos, se apaga por momentos. Preguntándose una y otra vez que sentido tiene prender en soledad. Sin algo que llame la atención que avive el fuego que se esconde en su interior. 
Fácil, sencillo, sin esfuerzo, algo alcanzable, posible, práctico y bueno. Las palabras se van desvaneciendo poco a poco, lentamente hasta quedar borradas formando parte de un pasado inexistente. 
La mirada se inunda bajo el fulgor borroso de un desanimo que aborda a la superficie. Estar bien para quedar reducida a resquebrajos de confusa infravaloración. Qué soy. Quién soy. Hacia donde voy. Las respuestas costosas, e inpronunciadas se pierden bajo el manto de pensamientos equivocados que no se atreven a salir al exterior.

Ver luz o quedarse en una oscuridad lejos del abismo que se halla frente a nuestros pies. 
Y aunque existan por ahí esas miradas ardientes y dientes que me quieran hincar, no siento ninguna necesidad. Deseo reducirme por completo al aire que se halla en el interior de mis pulmones, sostenerme en el espacio como partícula de oxigeno. Y permanecer en estado stand by, hasta que deje de importarme, hasta olvidar. Hasta que mis ojos al fin contemplen; y sienta un vuelco en mi interior que me diga, si, así si. 

Una complicidad. Y nada más.

Pleno

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Sentirse bien.

Sentirse bien cuando hay esos pequeños gestos que demuestran que no eres invisible. 
Cuando tus oídos son de esos pocos privilegiados de buenas nuevas exclusivas. 
Si hay algo que valoro de las personas que me importan es que me tengan en cuenta, aunque sea de la forma más insignificante. El lema de: los pequeños detalles marcan la diferencia. Esas cosas que hacerlas no supone un sacrificio, esas que no hacerlas no implicaría nada. Pero el hecho de que existan es lo que las convierte en especiales.

Y así de especial me siento cuando esas personas que casi siempre están tras un muro, deciden hacerme cómplice de asuntos importantes, turbios, alegres, personales. Deciden entreabrir su mundo para que asome y vea. Compartir. Complicidad. Sinceridad. Una confianza, un poco de fe, creer de alguna forma y demostrar que al hacerlo te conviertes en una parte clave, importante. 
Unos ojos que no pasan desapercibidos, los gestos, sentarse y contemplar. 
Gente que camina despreocupada, otros que sostienen los nervios tras un puño de acero. 
Personas que a penas consiguen mantener un equilibrio. 
Gente risueña, personas que desprenden seguridad a cada paso que dan. 
Dubitativas, impasibles, sensitivas, personalidades de cristal. 

Empaparme del aire que me envuelve, absorber todos y cada uno de las cualidades que hacen de una ser único. Ver sin ver de verdad, pero sobretodo sin hacerse notar.
Aprender de cada uno, rectificar, plantarse sobre suelo firme, y caminar. 
Atreverse a entrar. Las caídas están aseguradas, pero también las manos para tirar y levantar. 

Arriesgarse nunca fue un mejor plan.