Voilà

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Tengo miles de temas en la cabeza en los que centrarme, dedicarle unas palabras un texto corto o a veces algo más extenso. Escribir, quizás se podría considerar que es una de esas cosas que más me gusta hacer. Que forma parte de mi, que es una especie de canalización de sensaciones. Incluso puede consierarse una terapia. Me gusta hablar de cualquier cosa, de cualquier detalle insgnificante que para mi tenga alguna especie de sentido. Darle forma a lo que se maquina dentro de mi cabeza. 

Sin duda cuanto más disfruto escribiendo, es cuando dejo que las palabras fluyan solas, sigan un torrente de melodia sinfónica. Sin preocuparme de incoherencias verbales, dejo que mis dedos sean guiados por cada pensamiento que fluctua a traves del cerebro. Es increible, dejar que la mente se llene de cada uno de los sonidos de la letra que vendrá a continuación. El placer de escribir por escribir, a veces sin una finalidad en concreto, otras con una idea fija que va adquiriendo su sentido. Cuando evito tachones, borrones y darle tantas vueltas a sonidos que tal vez no conectan. Dejarlo tal cual, esa primera idea que se posa tras la vocecita del subconsciente y dicta lo siguiente que vendrá. 

A veces sucede en un silencio, si consiguiera grabar cada una de las frases que aparecen por mi memoria, a traves de los recuerdos, de las vivencias, si lograse de alguna forma guardar todo eso y plasmarlo de algún modo, y es que a veces necesito entenderme, leerme y saber interpretar cada una de las cosas que trato de expresar. No es tan fácil, no siempre digo lo que parece, a veces soy demasiado superficial, rozo con la yema de los dedos algo que se intuye pero que no es del todo cierto.  A veces me dejo llevar de tal modo que pierdo el norte, en mi mente es frio y en tus ojos calor.  Eso me sucede en el día a día, no soy como a veces aparento ser. A veces la gélida distancia se posa sobre mi piel, pero en el fondo de ese envoltorio el calor aflora de forma viva y tenaz. 

¿Una máscara tal vez?

No, yo soy así.

Soy lo que ves y lo que no.

A mi me gustan las personas imprevisibles, de esas personas que sorpenden gratamente, y te hacen querer más y más.
Últimamente saco a la luz todo eso que he guardado por precuación, por no molestar, por no... por esta tontería que me invade en ocasiones quizá demasiado.
Que queréis que os diga, le estoy cogiendo el gustillo a ser más directa, a llamar a las cosas por su nombre, a decir lo que quiero y lo que me apetece. Y si, me siento más segura.

Sin duda, mucho mejor.

Agrupamiento de palabras

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En ocasiones cierro los ojos con fuerza y deseo plenamente largarme bien lejos. Fuera del alcance de pensamientos ajenos, de voces que enturbian el subconsciente.
A veces bajo piel temblorosa tras descubrimientos poco agradables, deseo transportarme y sumergirme bajo duchas de agua fría capaz de congelar cada uno de esos motivos por los que sentirme extraña dentro de mi propio cuerpo.
Pequeñas dosis de anestesia que me conducen a un estado de catarsis. Y entonces me siento bien, sobre una linea continua perfectamente dibujada bajo los pies que me llevan hacia adelante, sin torcer y volver la cabeza anhelando una pequeña parte del pasado. Una mirada que contempla tan sólo lo que ve, en ese y único instante, sin pensar lo que vendrá después, sin preguntarse un simple porqué. Los actos van solos, segundo tras segundo, no hay movimientos premeditados. Actúas, y cuando lo haces no puedes sentirte culpable porque deleitas lo que las células de tu propio cuerpo te piden en ese preciso momento.

Vivir sin remordimientos, sin que una parte de tu conciencia se retuerza tras algo de lo que puedes llegar a arrepentirte. Conozco a una persona que siempre ha hecho lo que ha querido, que ha vivido como ha querido, que sus planes han sido única y exclusivamente para su propio beneficio, sin que llegara a acecharle un poco de sentido común, de empatía, de solidaridad, honestidad lo que sea, una persona a la que jamás me quiero parecer y que me tachó a mi siempre, siempre de egoísta.


Tal vez tuviera razón, en la vida a veces tienes que ser egoísta y no anteponer siempre el bienestar ajeno antes que el tuyo. Así de egoísta soy. Pero jamás haré algo que no quiera para mi. Ser honesto, cuestión de principios. Recuerdo que hubo un tiempo en que odiaba los principios. Pero de aquello hace ya demasiado...

Sigo en la linea bien dibujada, camino consciente, respiro y me libero.

Electra Heart Story

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"Electra Heart is the antithesis of everything that I stand for. And the point of introducing her and building a whole concept around her is that she stands for the corrupt side of American ideology, and basically that's the corruption of yourself. My worst fear—that's anyone's worst fear—is losing myself and becoming a vacuous person. And that happens a lot when you're very ambitious."
—Marina and the Diamonds discussing Electra Heart, the album's titular character.




ELECTRA HEART: THE START
And when the time comes along when the lights run out, I know a light will burn on when they blow me out

Part 1: "Fear And Loathing"




Part 2: "Radioactive"



"Through others, we become ourselves" 
Part 3: "The Archetypes"



Part 4: " Primadonna"



Part 5: "Su-Barbie-a"



Part 6: "Power & Control"




En común.

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Es muy posible que el evernote, el ipad y el conjunto de todas estas cosas consigan que tenga un mono de escribir exagerado. Bien, las ganas las tengo, pero escaseo de ideas, quizás esto último no sea del todo cierto, pero hay cosas que mejor guradarlas para la intimidad. 

                     - Quiero escribir dime algún tema va...
                     - ¿Otra vez? Pero si no sé...
                     - Venga va un poquito de imaginación.
                     - No tengo imaginación.
                     - Pues algo que te guste...
                     - Escribe sobre.... música. 

A veces parece que cuando pasas mucho tiempo con una persona la telepatía fluye con naturalidad.



        Hay una cosa que con el paso del tiempo detesto cada vez más, y eso de que me digan... Tu y yo tenemos muchas cosas en común. Nos gusta la misma música. 
Muchas cosas en común y música. Interesante, pero mas bien incierto tratandose de mí. No es algo muy complicado que yo coincida con cualquier persona en cuanto a gusto musical. Soy un torrente continuo de diversos estilos, cada cual más diferente al anterior. Si subes a mi coche y me pides algo especial, es fácil que pueda complacer a tus oídos. Tengo mi parte referencial, lo que considero que me identifica completamente. Pero eso no quiere decir que me cierre en banda a cualquier novedad que pueda soprenderme gratamente. Me encantan las cosas nuevas, diferentes, eso que consiga mantener mi atención y llevarsela bien lejos todo lo que dure una canción. 

La música une, de verdad, lo hace. A mi me encanta saber que temas escucha la gente, se puede saber mucho de una persona tan solo escuchando algo que a este o esta pueda transmitirle algo. Es como contar la propia historia. Siempre me ha gustado fijarme en esos detalles insignificantes que en realidad visto des de a fuera no dicen gran cosa, pero acercate un poco y verás. Verás como algo tan simple puede llegar a decir lo que jamás te dirán con palabras de verdad.

Un sentmiento.

Que si, que en realidad me gusta compartir gustos musicales. Y puestos a hablar, tengo que confesar que si hay algo que consiga hacerme tocar el cielo es un; me gusta tu música. Y por suerte es algo, que de momeno he escuchando bastante y espero seguir haciendolo. 



Es curioso como una frase de un libro puede llegar a ser tan útil. Bueno, en realidad es curioso como un libro puede despertar esa parte de uno mismo que estaba completamente dormida. Una parte alocada, directa, y con ganas de guerra.


Muchas ganas.

Deja que fluya, y que el viento se lleve lo que se tenga que llevar.

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Tengo que confesar que tardes de zumo, sol y sofá me encantan. Esos pequeños placeres diminutos que refuerzan notablemente el estado de ánimo. Una dosis de energía y olvidarse de esas otras cosas que hacen desequilibrar una balanza nivelada con gran esfuerzo. 

A veces las soluciones son tan básicas como un buen diálogo, una comunicación fluida que coloca a cada persona en su lugar. Puntos de vista diferentes, buena crítica, saber entender y tratar de buscar aquello que vaya más acorde con nosotros. Aunque para todo esto hay que estar receptivo hay que saber encajar los golpes y llevarlos de la mejor forma posible. No siempre se está de buen humor, a veces nos ahogamos en un vaso de agua, e incluso vemos una mancha negra donde sólo hay blanco. La tendencia a la complicación.

En ocasiones miro hacia atrás y me pregunto donde quedó aquella chica que pasaba absolutamente de todo. Bueno, no lo hacía a posta, simplemente no lo veía. Me limitaba a ir haciendo, encerrada completamente en esa burbuja intraspasable, opaca y dura como el acero. Sé muy bien cuando cambió, recuerdo aquel momento del antes y el después. Puede que por ese motivo, entre otros, guarde tanto rencor hacia esa persona que me pidió que entre-abriera mi mundo al mundo. Lo hice y desde entonces no he vuelto a ser la misma.

Fui feliz, muy feliz. No lo voy a negar. Pero me volví vulnerable, frágil y de cristal. Sentí dolor, un dolor fuerte y puntiagudo en lo más profundo. Dije que esa sería la única vez, y de echo así ha sido. Ahora reacia pongo un muro delante, a veces soy gélida y distante. La inseguridad me acecha, veo todo lo que antes mis ojos no sabían ver. Me preocupo por todas esas cosas que antes no existían. Veo humo donde hay un aire fresco y puro. Desconfío, y me escondo tras un silencio demasiado ruidoso. 
Trato de volver a ese punto de partida, pero la cabeza siempre va más rapido que yo. Los pensamientos son misiles sin carga fuera de control. Es una autodestrucción que afecta todo lo que se pone a mi paso. Cuando la lucidez me embriaga lucho contra esa fuerza interna que me impide encontrar esa felicidad, esa que sentí una vez y que ahora yo solita me empeño en sabotear.


El problema... el problema soy yo.

A tomar viento.

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No sé si es por este día de mierda. Debido a las hormonas, o este dolor de cabeza insoportable que no me deja.  O las tres cosas juntas.
Levantarse un día por la mañana, contenta, feliz, por varios motivos o puede que por ninguno en concreto. Con ganas de una nueva jornada. Hago todo lo posible y lo imposible para que absolutamente todo funcione de la mejor manera. Intento tapar, el malestar migrañoso, poner buena cara, armarme de fuerza y ayudar a los demás. Y recibir tantos palos seguidos... me parece injusto. Demasiado. 
Ir por la vida tratando de solucionar y sobrellevarlo todo con tranquilidad. Buscar una coherencia una normalidad donde no la hay. Y encontrarme con situaciones como las de hoy, donde las cosas poquito a poco se van acumulando; primero pica, luego escuece y al final del día duele. 

Lo he dicho tantisimas veces en este blog que ya me cansa... Yo voy a la mía sin meterme en la vida de los demás, dejo que la gente haga lo que le venga en gana. Me limito a seguir mi camino, procurando pasar desapercibida lo máximo posible. No trato de llamar la atención y después me doy a la fuga. Si estoy, estoy ahora y dentro de un rato. 

Hoy es uno de esos días en los que de comerme el mundo paso a sentirme de lo más insignificante, de esos días en los que en vez de espaldas necesito abrazos. En esos días en los que necesito a un amigo y no tanto ser despreciable y egoísta.


Dicen que a base de palos se aprende, por supuesto que se aprende... a no tener corazón.

Otro punto de vista.

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Esta es una de esas entradas que se contradice totalmente con la anterior. Se podría decir que la anterior es la que habla desde las emociones, y está desde una lógica, el subconsciente. Una pequeña dosis de realismo. 

Quizás no debería cerrar esas puertas que se abren ante mí. No volverme tan reacia a las nuevas oportunidades que aparecen. Que podrían llegar a ser incluso igual de tentadoras, o quizá más. Supongo que una parte de mi tiene miedo a que suceda eso. A que tenga que escuchar esa voz interior que me diga; te lo dije.

Pero las cosas que siguen su curso de forma ya sea pausada o a velocidad normal, deberían ir de menos a más. Y no este torbellino de picos descontrolados, que menguan a medida que pasa el tiempo. 
Aunque se me vea de lo más soñadora, no espero grandes logros. Tan sólo unos mínimos, eso que me haga sentirme a gusto y no a veces bien y otras ignorada completamente. 

En realidad es más sencillo aunque reconocerlo sea como sentir una patada en el vientre. Si ni siquiera esos mínimos salen de uno mismo ( las ganas de hablar, de saber de alguien, de verse, de decir tonterías), es seguro que no hay nada que hacer. Que aunque yo si sienta esas ganas de estar ahí ya no es suficiente. Y me revienta el hecho de que haya cambiado todo en un espacio tan corto de tiempo.

Las cosas no son como a uno siempre le gustaría, y parece que yo en este tema sigo con la misma suerte. Y aunque no sea de las que va tras algo que no llame mi atención lo suficiente, quizás un mínimo esfuerzo me saque de esta ceguera y me haga ver que ahí fuera hay alguien que si sepa ver en mí esas ganas de hablar, de saber de mí, de verme y de decir tonterías.
Pero en este momento, no es lo que quiero.

Inoportuno.

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Parece que las casualidades llegan justo cuando menos esperas que lo hagan. Que el destello que irradio lo hace a través de distancias temporales y de lugar. Cuando parece ser que los planetas se alinean, y empiezan a surgir todas esas cosas que en un pasado hubieran estado genial. Pero no ahora. No lo hicieron, y deciden perturbar en momentos de lo menos apropiado. Cuando tu cabeza y tu mirada tienen la vista puesta hacia otro lado bastante lejos de un aquí cercano. 

Crece la duda entre lo correcto y lo que no. En esperar imposibles o en apostar por nuevos retos. Quedan las pocas ganas de empezar de cero, o las muchas ganas de seguir extasiada observando algo que a mi mirada le encanta. Unos ojos curiosos que rehuyen en momentos de intensa observación.

Y al parecer la oscuridad turbia en realidad es más clara de lo que uno se percata. Apetece o no. Si realmente fuera así de sencillo, no existirían esos momentos de duda existencial. En seguir tras vahos de humo y leve esperanza, o aceptar puertas que se abren sin previo aviso y sin apenas haberlo exigido. 

No se me dan bien estas cosas. Soy de las que se empeña en algo y sigo aferrada a mis ideas hasta alcanzar la mayor meta o hasta que deja de llamar mi atención. Es curioso lo poco que me cuesta cansarme de los pasatiempos momentáneos y lo mucho que me cuesta tirar la toalla cuando algo me interesa de verdad.

¿Pero que se puede esperar de una Capricornio con ascendente Géminis?

Aunque hayan cosas que me parecen de lo más elogiadoras.
¿Para qué voy a invertir mi tiempo en cortinas de humo que no me transmiten nada, 
habiendo unos ojos curiosos que en ocasiones me devoran y me hacen temblar?
Tal vez en otra ocasión.

Lo siento, pero la chica de la sonrisa eterna no se conforma con cualquier cosa.

Éxtasis.

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Sonidos acordes de palabras inspiradoras. Leo y releo cada línea que consigue desterrarme por completo durante un largo momento en el tiempo. Absorta saboreo cada término que impregna de sutil locura cada célula de mi cuerpo. Me estremezco. Echo la imaginación a volar, dejándome llevar por los recónditos lugares de la inquietud del anhelo que aflora bajo mi piel. La chica de la eterna sonrisa me observa, con sus ojos chispeantes me dedica una mirada de admiración. Se siente grande, me siento en plenitud.

Estiro cada extremidad de mi cuerpo, siento el contacto de las sabanas tras la espalda. Lentamente tumbada, coloco una almohada bajo la nuca. Cierro los ojos. Imágenes impregnan en segundos la oscuridad. Ya no formo parte de este lugar. La respiración se acelera tras el torbellino de sensaciones que recorrer en todas direcciones. 

De forma tranquilizadora, como un baño de alivio empiezo a sentirme bien. Liberada, extasiada, entusiasmada, con cada uno de los pensamientos que recorre por mi mente. Me siento fuerte. Capaz. 
Por unos instantes siento la culminación envolviendo cada átomo de mi ser. Y es ahí donde quiero permanecer. Caminando firme bajos mis pies, con la cabeza alta, la mirada penetrante y la eterna sonrisa dibujada en los labios. Quiero seguir mirando. Degustando todas y cada una de las escenas que suceden ante mi presencia. 

Abro los ojos. 

Casi puedo ver el destello que irradia en mi interior.


Tal vez.

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Gira el mundo, el mundo gira. 
Los sentidos, los secretos, los momentos efímeros. 
Da vueltas tras de si, tras de todo lo que se aparta y se congela en un presente suspendido. La mente se inquieta, las palabras forman nuevas letras, nuevas metas. Códigos que elevan su significado por encima de la coherencia habitual. Dicen que ya poco tiene sentido, que todo eso se ha perdido. 

Eco de una voz trémula que asoma por encima del subconsciente. Transporta a otro lugar donde yace todo aquello que no está permitido. Lo que nosotros mismos nos hemos prohibido.
Esa mano que se desliza por la fría sabana buscando una nueva sensación, ese halo que le devuelva la chispa de oxigeno que tanto necesita. Esas miradas que se buscan inquietas una vez tras otra, y no se atreven a preguntar, tan solo se dedican a observar, a memorizar cada segundo transcurrido y saborearlo tanto como sea permitido. 

Esas ganas inmensas que tengo de escribir todas y cada una de las historias que pasan por mi mente, y juegan a ser reales. Van tentando, van saliendo, van queriendo formar parte de este mundo loco, tonto y complicado. 
Quizás ha llegado ese momento, de soltar todo eso a volar. Cada acto, cada palabra, cada espasmo. 
Quizás ha llegado el momento de pasar del silencio a la acción.

Suspiro

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Hay cosas que consiguen que el roce de un solo dedo me derrumbe por completo. Esas mismas cosas que a veces pasan inadvertidas y resbalan ante mi presencia. Es como si en mi interior habitaran varias personas, personas con virtudes y defectos diferentes. Van alternando su modus operandi e incluso a veces consiguen sacarme de mis casillas. Odio estos cambios tan repentinos, los interiores y los exteriores. Que me sea tan tremendamente fácil saltar de un estado a otro y sin embargo me resulte casi imposible deshacerme de esos pensamientos que me siguen a todas partes.

Y entonces decido salir corriendo, arrasar con todo, destruirlo, apartarlo, borrarlo, suprimirlo, y un sin fin de adjetivos, distanciarme física y mentalmente. No funciona. Entonces la chica de la sonrisa eterna me mira fijamente y me dice; en realidad no quieres. Y yo entre un leve susurro respondo; en realidad no quiero.

Cierro los ojos, y pienso; ojalá fuera como las historias que imagino, tan perfectas, coherentes lineas que atraviesan por mi mente y me devuelven un hilo de esperanza, sabiendo que están cerca y casi puedo tocarlas. Sonidos de palabras ligadas, que forman escenas que probablemente pocos puedan llegar a imaginar. Y es ahí, cuando mi cuerpo inquieto tiembla, de miedo y nerviosismo. Sabiendo que es exactamente eso, lo que espera y desea. Temer algo que quieres, se torna demasiado habitual. Reaccionas de esa forma extraña, que deja atónito al ser más impasible del universo. Quizás tan solo se trate de un mecanismo cobarde de huida. 

Huir de algo demasiado tentador, algo capaz de atraparte y hacerte perder el control.

Perder el norte.




Nuevo reto

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Me gustaría mantenerme en un estado lineal, poder ver las cosas siempre del mismo color o de tonos similares. Tratar de seguir de un modo sano un pensamiento sin que lo nuble ningún aspecto negativo. Me gustaría no pensar tanto, bueno, no pensar no sería el concepto, me gustaría quizás no darle tantas vueltas a un mismo asunto. Si está bien, está bien y no hay porque llegar a ese estado de duda. Las dudas, los miedos, todas esas cosas que no deberían tener poder en nuestro día a día. A veces nos sentimos débiles, y cualquier cosa nos afecta más de lo necesario. En cambio otras veces te levantas y te comerías el mundo. 

Es de tontos negarse una felicidad. Leí hace poco que en realidad es ese miedo, a revivir algo malo, que habita en nuestro interior el que nos impide descubrir cosas que son buenas para nosotros. Yo quizás me empeño en tratar de ser realista, de ver la lógica de un comportamiento, cuando yo jamás he actuado con lógica alguna.

Quiero desprenderme de todas esas cosas que no me aportan nada bueno, y empezar a vivir un día a día que me haga sentir bien. Lejos de mis propias presiones y exigencias. Disfrutar del momento. Armarme de paciencia y saborear cada segundo como si fuera el último.

Recuerda, no hay imposibles...

Buena compañía

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Como dije hace poco, hay dos tipos de personas, esas que te aportan cosas muy positivas, que te hacen sentir genial y muy a gusto, y las personas que te chupan la energía, te dejan sin fuerzas, decaído y con un aire más bien triste. La otra vez hice hincapié en el segundo tipo, y hoy voy a centrarme en el primero.

Ese tipo de personas tienen un don, pero un don bueno de verdad. Que aunque te hallas pasado un día entero con la lagrima floja, un minuto en su compañía y te hacen sentir fuera de lugar, en otra órbita, te inyectan esa vitalidad, te sientes capaz de hacer cualquier cosa que te propongas. 
Voy a centrarme en una mujer en especial. Una chica que siempre he admirado, des de que era muy pequeña quería seguir sus pasos y parecerme en todo lo posible a ella. Tanto era así que a pesar de ella ser morena con ojos marrones, y yo rubia con ojos azules. Los gestos y los rasgos siguen siendo muy parecidos, algo peculiar es lo de mirarse al espejo y poner sutilmente morritos. Cosas de familia.

A pesar de la diferencia de edad, ahora ha llegado ese punto donde hay una complicidad increíble. Pasarnos horas y horas hablando de cualquier tema, enlazar y seguir con cosas más profundas. Sus consejos me llenan de positivismo, me hacen sentir grande. Me gusta compartir estos momentos, me gusta como me hace sentir, como es capaz de hacerme sentir tan bien por dentro y que se note por fuera. Es extraño pero hasta diría que me hace sentir guapa. Me gusta que acepte mi rareza como algo extraordinario. Que me motive tanto a hacer cosas. Me encanta ver como no existen muros para ella, como tiene colocada su corona siempre perfecta. Admiro sin duda que siga demostrando día tras día que siempre hay algo para hacer, para mejorar, para auto enriquecerse. Valoro el hecho de que no se conforme con menos y siempre apueste por lo más alto. Que haya conseguido pasar de algo bueno a algo increíblemente mejor. Dos polo opuestos. Sin duda es de esas personas que demuestra que los imposibles no existen. 

Los momentos compartidos ayer y hoy con ella, han sido sin duda una de las mejores cosas que podría haber hecho. Tanto ayer acabar con las manos ultra suaves y un cutis perfecto con la clase de Mary Kay personalizada.  Y hoy, hoy se han juntado muchas cosas, que han hecho de la tarde algo perfecto, único, especial. Salir a correr, algo que me hace sentir tremendamente bien, con la lluvia fresca cayendo sobre la cara, y el ruido de la respiración mezclada con el sonido quebradizo de las pisadas al tocar suelo montañoso. Buena compañía, frío y calor. Adrenalina pura. Simplemente perfecto.

Nuevas etapas, otro nivel.

Bienvenido sea!



Nuevas historias

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Hay algo, apartando todo eso de lo que ya no me apetece hablar, hay algo. Una fuerza interna capaz de mutilar cualquier sentimiento negativo que me aceche. No voy a dar ese gusto de tristeza, del que se rinde porque se siente inseguro de si mismo. 
Yo ya sé de sobras lo que valgo, todo lo que puedo conseguir, sin apenas hacer nada. Porque hay algo, algo que está ahí y que nadie puede describir. 
Pasado el tiempo de standby, aunque quizás las ganas no estén de mi parte. No voy a desaprovechar esas miradas que se han clavado en mí. Todo eso que he estado ignorando por algo que carece bastante de valor, y de sentido ya. La chica de la sonrisa eterna a veces se equivoca, a veces sufre de visiones borrosas que no le dejan ver con claridad. A veces se confunde y pone la mano en el fuego por quien no vale un duro. En realidad no es verdad, valer si valen, pero se encuentran tan por debajo del pedestal donde ella se encuentra que desde ahí sólo pueden mirarse el ombligo y poco más. El tiempo acaba poniendo cada persona en su lugar. Y si, es verdad eso de cada uno recoge lo que siembra, y es normal estar así cuando vas por la senda equivocada, dando tumbos sin sentido haciendo daño a quien posiblemente mejor te ha tratado. No esperes felicidad, ahí y así no la vas a encontrar. Quizás encuentres un espejismo de mentiras que te anestesien unas pocas horas, pero tarde o temprano vuelves a la realidad, los pensamientos te atrapan de nuevo, y reaparece eso que rehuyes sin sentido.

Un poco absurdo en realidad.


Todo eso ya no es cosa mía, y aunque sepa de sobras que es lo que va a pasar, no voy a hacer absolutamente nada. Nada de nada, no voy a dedicar ni un segundo más de mi esfuerzo si no es reconocido como realmente merece ser.

Aún me quedan muchas historias que contar, todo eso que aparqué sigue estando donde está. Y desde ahí voy a comenzar.

Empiezan las nuevas historia.

El fin de un imposible

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El atardecer trae consigo un aire suave que desprende el remedio de los malos pensamientos. Se los lleva lejos, dejando a una mente calmada de vagos recuerdos que oprimen y torturan el subconsciente. Duelen, como punzadas directas a la querida máquina que nos mantiene con vida.

Desintoxicarse por completo de todo aquello que sólo trae nervios y complicación, una intranquilidad que supera con creces cualquiera de los ahora recuerdos presentes. Ya no recuerdo nada más allá de lo que en realidad quiero pensar. Una mente borrosa quiere formar historias inexistentes de ocasiones casi improbables que jamás ocurrirán. 

Tan sólo quiero imaginar, acudir a otro lugar, lejos del acecho incontrolado que agita mi cabeza y la transporta a ese sitio donde ya no quiero estar. Ya no sé ni que es verdad. En quien se puede confiar, si lo que veo es cierto o tan sólo son coincidencias manipulada por una mente que sólo quiere mal pensar.

Enmudeceremos todas y cada una de las palabras que pertenecían a otra dimensión. Lejos del murmullo de la gente corriente. Lejos de la envidia. Ya no nos pertenecen. No hay cabida para todo eso que los actos erróneos consiguieron desterrar. 
Quizás algún día. No, tal vez nunca. 
Lo que fue ya no volverá porque jamás pudo ser real. 
Fingiré que ya no te conozco, que me perdí todo este tiempo tratando de buscarme. 
Que sucumbí a otro lugar lejano para aprender y hacerme grande. 
Fingiré que jamás he querido nada de lo dicho con anterioridad.
Fingiré que no he sentido y que ya no siento.
Lo haré hasta creérmelo de verdad. 
Hasta que tu nombre me suene extraño, y no me diga nada ya. 

No es mi culpa

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No tengo porque aguantar actitudes de mierda hacia a mi. Ni me lo merezco, ni estoy dispuesta a tolerarlo más.
No es mi culpa si los demás no saben ver las cualidades que yo si veo. No es mi culpa si los demás no saben dar esa atención que yo si puedo dar.
No es mi culpa que se carezca de eso que no se encuentra por ningún lado, excepto en palabras que vienen directas de mis propios dedos.
No es mi culpa si no sabe ver más allá de lo que tiene en frente. No es mi culpa, que sea tan egoísta y piense en su propia satisfacción, tirando a la borda algo que podría ser magnífico. No es mi culpa que se pierdan los valores, el respeto y el ser honesto con uno mismo y con lo demás. 
No es mi culpa, ser tan cobarde y no afrontar lo que en realidad uno siente. No es mi culpa, no tener un par para enfrentarse y tirar hacia adelante.
No es mi culpa. Porque yo voy de frente, y digo las cosas como son. 

No hagas nunca a los demás, lo que no quieras para ti. 

Tarde o temprano, todo se devuelve.

Ese hilo que no sigo...

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A veces tengo la sensación de que nací en el lugar y época equivocada. Que siempre voy al revés del mundo, y no me conmueve lo mismo que a los demás. Que formo parte de ese sector extinto que luchar por un sueño, y cree en imposibles.
Llevo tiempo escuchando las historias que los demás me cuentan, historias de esas rebuscadas en las que piensas que no, que no es verdad que no existen personas que se comporten de ese modo. Pero luego te das cuenta de que es algo más que habitual. La sociedad está tan infectada de mentiras, de engaños, que ya no sabes de quien puede fiarte y de quien no.
A mi me gustaría encontrar esa complicidad que llevo tanto tiempo buscando. Esa tranquilidad de saber que no hay de que preocuparse en realidad. Difícil tarea cuando ves que lo que atrae es totalmente lo contrario. El egoísmo puro y duro de encontrar esa satisfacción propia tan superficial, esa que tan solo dura unos segundo y luego te devuelve al vacío mas frío del universo. Relaciones (múltiples) esporádicas que cambian de nombre y lugar a velocidad luz. Dudo tanto que eso pueda llegar a llenar de alguna forma. Al final cansa, y cuando tratas de buscar algo real te des cuenta de que ya es demasiado tarde. Nadie te toma en serio, o nadie busca lo mismo que tu.

Que conste que no juzgo a nadie, que cada uno hace lo que quiere con su vida, y que entiendo que con eso a algunas personas les baste. Pero no a mí

Jamás me ha llamado la atención y dudo que ahora por las buenas lo haga. Ni comparto, ni me comparto y mucho menos voy a tragarme babas ajenas. Hay quien dice que ya es por simple necesidad, pero por necesidad me basto con una mano, gracias. 
Yo no voy a hacer como el resto, y a seguir nadando por ese caudal. A mi no me llena.
Aunque sea lo que toca, aunque esté de moda, aunque me quede sola. Me da igual.
Paso de sentirme vacía, quiero autenticidad máxima y algo de calidad.

Yo creo que si no hay sinceridad, y no se es honesto, no merece la pena.