La apatía que envenena los días.

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No sé si es por el calor, por falta de ganas, o falta de inspiración. Tal vez sea por no ponerme en plan melancólica y deprimirme aún más. A ratos todo está genial, y a ratos todo está menos bien.
Y no es que esté mal, porque si al menos fuera eso, escribiría, pero el hecho de que no tenga ya ni ganas de hacerlo me preocupa. Quizás, y lo más seguro es que me falta esa chispa que le de un poco de sentido a las cosas. Esa motivación, ese nosequé. Pero sin eso, no hay nada. Y si no hay nada, tampoco hay palabras que decir. 

Me vuelvo a sentir como una extraña en medio de un montón de gente. Gente que conozco, pero de la que me desprendo, por esa necesidad tan absurda que tengo de huir de todo. Luego llega el recuerdo, lo que se echa de menos, y más tarde el arrepentimiento por ese estúpido comportamiento.
Entonces me paro a pensar, de forma sensata y objetiva. Y me doy cuenta de que en realidad, da igual, no importa, ya no formo parte de todo eso. Si realmente es así, tampoco tiene sentido que lo intente, me siento exhausta, sin ganas. Como tratar de coger ese aire que se escapa entre las manos, resta el vacío hueco de los surcos de la piel, y poco más.

Quizás debería asumirlo y rendirme, o tal vez debería ir tras esa chispa, o puede que deba quedarme aquí quieta y esperar a que pase la tormenta.




Touché

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Alivio; ¿ lo sientes ? 
Lo noto


Que no, no soy de las que necesita rodearse de gente para estar bien. No, tampoco necesito la aceptación de nadie para saber lo que digo y como lo digo. Confío en la inteligencia de algunas personas para saber lo que es y lo que no.

Me satura demasiado cuando alguien se cuelga de mi brazo, y tira tan fuerte de mí absorbiendo todo mi tiempo. Lo siento, a mi todo esto no me hace sentir mejor. Necesito, y digo lo necesito porque quizás lo necesite tanto como el aire que respiro. Necesito mi dosis de soledad. Estar sola, totalmente tranquila haciendo mis cosas, dedicando ese tiempo a mi y a nadie más. Sin eso, mi mal humor crece exponencialmente, y pasan cosas como las de hoy...
Me agobia demasiado que dependan de mi, sé que a mucha gente eso le engrandece, pero a mi no, a mi me carga bastante.
Tampoco me gusta depender de nadie, antes pensaba que era incapaz, cuando todo el mundo que me mira desde afuera ve que soy totalmente independiente, todos lo veían menos yo.
Pero ahora, después de este remolino de actitudes descontroladas y joviales. Lo he visto claro.

Así soy yo. 
Soy lo que una vez me pareció ver en un chico solitario, misterioso; y admiré a lo lejos.

Y ahora, y desde ahora puedo comportarme de forma natural, espontanea; sin importarme lo más mínimo el efecto que eso cause, si te gusta bien y si no, también.

Cada cual interpreta las cosas como quiere, pero en realidad son como uno las dijo.


Aquí vuelve esa sensación tan y tan esperada, al fin otra vez a mí. 
*La felicidad extrema esa que sólo dura unos segundos pero es tan grande que se desborda.


Empatía

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Antes de meterme de lleno en el tema principal de esta entrada, un pequeño inciso, me encanta cuando falto un día al trabajo y se crea el caos. Señal de que soy un pilar bastante importante, ahora bien, no quiero ni imaginar que pasará en Septiembre/Octubre...

Ahora si, a ver como empiezo sin liarme demasiado; de forma ordenada y por partes.
Siempre he tenido más amigos que amigas, de hecho durante un largo tiempo fui la única chica del grupo, luego una de pocas. Hace relativamente poco, ni siquiera recordaba porque había sido de este modo, la verdad no me cuesta demasiado congeniar con todo tipo de gente, me amoldo bastante bien a las situaciones y cada tipo de persona, sin perder de vista quien soy en realidad y qué es lo que me define
.
Amigas de esas con las que pueda contar de verdad, muy pocas. 
No me fío de los grupitos de féminas, las mujeres en general somos malas, y más entre nosotras. Cuando en un grupo resurge la envidia, la boca se llena de todo tipo de cosas que no son ni mucho menos bonitas, todas ellas hacia un objetivo, y después está el séquito de ovejitas que sigue a su ama. Y a por otra victima. Por no hablar de las sonrisas fantasmales y las puñaladas por la espalda. 
Siempre me he mantenido muy al margen de ese tipo de amistades. 
Y ahí estaban mis chicos, simples, sinceros, directos, de los que hablan de temas banales. A los que no se les tiene que dar ninguna explicación tras desaparecer una temporada, tras una negativa, tras lo que sea. Eso es lo que más me gusta. Que se desconecta totalmente, que no hay criticas, que es lo que es y punto. Y que supongo que me entiendo mejor con ellos. Me hace gracia que después de tanto tiempo me digan, que soy uno más. Para mi ellos son ese grupito de amigas que no tengo. En el que me siento cómoda, mi ambiente, supongo.

Bien, a lo largo de la vida, te vas cruzando con personas, con las que congenias más o menos. Personas que quizás se hayan encontrado en situaciones muy similares a la tuyas, y con las que acabas compartiendo un trasfondo de aprecio. 
Así como hay personas de esas que con una sonrisa, un gesto o una palabras, consiguen que tu día mejore con creces. También hay de esas personas que tienen el don, sea por el motivo que sea, de impregnarte de ese espeso halo negro que cargan tras su espalda. Personas que se ahogan en un vaso de agua, le dan milquinientas vueltas a las cosas, y acaban por ahogarte a ti también en ese mismo vaso.

Quizás el problema sea mío, que empatizo demasiado. Me encanta que las personas me hagan cómplice de sus asuntos, que me tengan en cuenta. Escuchar, me gusta. Opinar, dar consejos, cualquier cosa por ayudar. Me gusta, hasta que después de haber dado todas las opciones posibles, todos los conejos habidos y por haber. Todas las charlas improvisadas, absolutamente todo, se continúe con el monotema errequerre. 

Imaginaros:

Brisa marina, arena ultrafina entre los dedos, olor a mar impregnando las fosas nasales. Y de fondo suena el mismo dichoso tema, un tema que no hay por donde cogerlo. Algo que está bien, y se estropea por el gusto de la inseguridad que se crea uno mismo. 
Estar mal por estar mal.  
Acabas volviéndote loco de tanto escuchar.
Como yo, saturada por completo ahogando entre lagrimas la rabia por no matar a nadie.
Como todo el mundo también tengo mis cosas, está bien contar tus penas, desdichas, lo que sea; recibir consejos, está bien, pero con un poco de dosificación por favor. 
De las malas experiencias, hay que sacar la parte positiva. Y si algo he aprendido de todo esto, aparte de ver que me hago mayor. 
Es, que voy a dejar de tratar de salvar a la gente. 
Cada uno tiene que salvarse a si mismo.


Quiero hacer cosas, miles y miles de cosas, 
sin tener que preocuparme de nada más 
excepto de lo que esté haciendo
 en ese mismo instante.



Y eso es precisamente lo que voy hacer.
Disfrutar; vivir; simple y llanamente.

Puff...

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Desvelarse como cada noche, las tentaciones que se esconden tras una conciencia curiosa, a veces no se pueden controlar. Como dulces vocecitas que te dicen venga, va, si no pasa nada... pero en realidad si que pasa. Y es cuando ves cosas que en realidad no hubieses querido ver. Porque indirectamente causan un malestar a veces ligero, otras bastante profundo.


Algunas veces creo que lo entiendo todo, tiene sentido, lo tiene, es así venga va, seguro que es así. Pero luego llega un golpe y lo pone todo del revés. Las cosas por las que pondrías la mano en el fuego, quizás ya no están tan respaldadas por la afirmación rotunda. Muchas veces quiero creer que todo se basa en la seguridad que se tiene en uno mismo. Que hay que confiar más, y en que en realidad si yo lo hago porque no puede haber un igual. Pero yo soy rara, curiosa, diferente, siempre voy más allá. Digo mucho sin apenas decir nada. Tampoco espero que me entiendan. Aunque me alente pensando en que hay señales de humo dirigidas hacia a mi. Pero ya no estoy tan segura... mi intuición me traiciona con sus tejemanejes, pero es que ella se equivoca tan pocas veces... que ya no sé, no sé ni que pensar, ni que hacer, seguir, abandonar. 
El día se ha vuelto gris, en mi cabeza percibo la humedad y el sonido de los truenos acechando... El desanimo se apodera de las pocas esperanzas que me quedan.

Y creo que esta vez voy a perder.

Verdad verdadera.

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Decir como me siento no serviría de mucho, además dicen por ahí que la gente se regodea con el mal ajeno, aunque dudo que la gente que pueda sentir odio hacia mi pierda el tiempo leyendo alguna de las palabras que forman este sitio. 


Podría simular que todo me importa una mierda, pero no sé fingir. Las cosas se me notan demasiado. Igual que tampoco sé jugar a dos bandas, y no admiro a la gente que si sabe, más bien siento lástima. Pero eso es una opinión personal. Las veces que he podido entrar en esa clase de pasatiempos, lo acabo destruyendo todo y largándome bien lejos. Hay cosas que me estresan demasiado, y cuando me estreso huyo. Mejor huir que mentir, todo sea dicho. Y mejor que huir, enfrentarse, dicho sea también. 

En una época en la que me encontraba muy perdida, una mujer me dijo, que si las personas normales tenían una antenita para sentir. Yo tenía muchas, muchisimas, y que podía sentir lo mío y lo de los demás. Es muy posible que tuviera razón. Aunque es curioso que en algunas ocasiones pueda mostrarme tan fría y cruel, pero sólo cuando las personas contienen veneno en la sangre, arpías que no merecen ni desprecio. 

También se dice, bueno está demostrado, que cuanto peor trates a alguien más lo atraerás hacia ti. Eso si que es triste... Reaccionamos a base de palos, ¡qué bien! ¿eh señores? 
Paso de entrar en esa clase de juegos. Tampoco voy a ponerme una máscara para agradar a los demás. Comportarse como otra persona que no se es para caer en gracia. Perfecto, claro que si. Pero lo peor no es que engañes a los demás, lo peor es que te engañes a ti mismo. 

Cuestión de principios.

Deberíamos dejar de ocultarnos tras esas máscaras que en realidad lo único que hacen es impregnarnos de hipocresía. Dejar de ser tan cobardes, y aceptar las cosas como vienen. No se está preparado para todo, claro que no, tampoco podemos tenerlo todo tan sumamente calculado. No podemos privarnos de algo simplemente porque no entraba en nuestros planes. Es una estupidez. 

Acostumbrarse a lo conocido, por miedo a la desconocido. 
En realidad el único miedo aquí es al cambio. 
Y si lo que encuentro es mejor, ¿qué?

Vaya... con esto no contaba.




Ya lo tienes.

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Infinidades de cosas en las que creer, o ser un total escéptico. Tener un entretenimiento sin más, o una nueva forma de pensar. Igual que quien dijo que existía un lenguaje que va más allá de las palabras, haberlos haylos, que uno los quiera ver o no, ya es otra cosa.
Juguemos con la llama de una vela. Una vela, a mi me tranquiliza cuando estoy con los nervios a flor de piel, encender una vela, y contemplar el movimiento de la llama, a veces casi imperceptible, otras inquieto. Nunca habrá una llama igual que la otra. A veces juego a un juego, alguien me enseñó a hacerle preguntas a las velas y a saber la respuesta según el movimiento de la llama. Que cuando una vela, lagrimea no augura nada bueno, al igual que cuando el movimiento del fuego es inquieto, parpadeante y de la punta sale un humo negro. En cambio cuando es firme, grande y fuerte es algo bueno, lógico ¿verdad? 

Que si quieres pedirle algo a una vela, hay que seguir una serie de pasos. Que funcionar funciona. Pero no porque las velas tengan un poder especial, ni mucho menos. Porque todo es psicología pura y dura, y que si tu decides creer firmemente en una cosa, esa cosa tarde o temprano llega. 
Las cosas son simples, atraemos lo que pensamos. Si nos rodeamos de miedos, y pensamientos negativos, no obtendremos otra cosa. Que si pensamos en la capacidad de permitirnos pedir y de aceptar que eso llegue, llegará. No puedes esperar algo si delante pones un no, si en vez de pensar en lo que queremos, pensamos en el anhelo de lo que no tenemos. Las cosas como si ya estuvieran aquí. Son tuyas, ya las tienes. Ahora date el lujazo de dejarlas entrar.


¿Qué porqué lo sé? 

Lo sé, y punto. 



Vamos

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Nadie dijo que el camino fuera fácil. Días que amanecen soleados y se tornan algo tormentosos a lo largo de la jornada, pero tranquilidad que al revés también puede pasar. Y es que si las cosas realmente fueran tan fáciles, todos acabaríamos muertos de aburrimiento bostezando por las esquinas, exhaustos de tanta monotonía. Eso si, de vez en cuando va bien darse un respiro y que si ya hay bastantes trabas a lo largo de la vida, no hace falta que nosotros mismos nos hagamos la zancadilla, un poco de emoción esta bien pero auto-boicotearse ya es rizar el rizo. 

Esta semana ha habido de todo, de lo bueno de lo malo. Muchas ideas, demasiado en que pensar y otras cosas que pulir. Pero también ha habido tiempo para los pequeños placeres de la vida. Para saber por donde empieza el día pero no por donde termina. Y es que me encantan los planes improvisados. Aunque en realidad no sean nada del otro mundo, cualquier cosa que se salga de la monotonía por pequeña que sea es bienvenida. Es una forma de darse una pequeña tregua con todas esas cosas que por mucho que hagamos o no, seguirán estando ahí. Así que aparquemos todo eso a un lado y vivamos.

Que las nuevas historias no se hacen solas.




En una dirección

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Esta entrada del blog es simplemente para darme un poco de inyección vital de positivismo. A mi, y a todas esas personas que se encuentran algo decaídas e inseguras de si mismas. 
Hay días en los que amaneces completamente apático, o más bien desanimado. Las mañanas que casualmente suelen ser amenas y divertidas, se convierte en horas eternas que no pasan jamás. A veces tus ojos te sorprenden con una nebulosa visión húmeda que no puedes evitar, y un sentimiento más bien triste, por un motivo que bien conoces o que por el contrario desconoces por completo.

Una voz ajena me ha despertado de la sombra diciendo; a ti estas cosas antes no te pasaban. Tiene toda la razón, a mi estas cosas no me pasaban. Porque tenía problemas de verdad por los que preocuparme. Porque estaba tan empeñada en buscar mi propia felicidad, que no hallaba momento para invertirlos en rompecabezas casi imposibles de resolver. No se pueden forzar las cosas, lo que tiene que ser será, y si no lo es, es que no era para mi.

Hace unos años tenía a mi lado una persona que me quería como yo no supe querer. Una casa que era mía; nuestra. Tenía esas responsabilidades que tanto tiempo había estado esperando, y con los que me sentía realmente orgullosa. Sin embargo no me sentía plena, no era feliz. Decidí ir en busca de lo que realmente me haría feliz, subir dirección directa a la cumbre. Y hasta que no lo conseguí no paré. La peor parte ya estaba hecha, y al fin mis esfuerzos habían sido recompensados. Es ahí, y sólo ahí cuando me di cuenta de lo tremendamente feliz que me puedo hacer. Sin la necesidad de necesitar un apoyo. De sentirme plena, vislumbrando el paisaje desde lo alto de la cima. Lo tenía todo, todo para sentirme capaz de cualquier cosa, decidiendo por mi misma, dueña de mi propia existencia. 

Caí al pie de la montaña. ¿y qué?
Me he demostrado tantísimas veces de lo que soy capaz. Que aquí se me presenta una nueva oportunidad. De signo Capricornio, así que en el fondo de mi la dirección que sigo siempre es hacia arriba, hacia lo más alto. Y aunque, baje me lo tomo como un reto, y vuelvo a subir. Soy de esa naturaleza. Y creo que ya es hora de seguir mi camino hasta alcanzar mis expectativas. Hora de tumbar los miedos, y plantar cara, de mirar por encima de los hombros y sentir esa reina que hay dentro de mi. 

Y ahora, más que nunca, me siento completamente capaz. 

Señoras, señores, nos vemos en la cumbre!

Reinas, calabazas y armaduras oxidadas

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Todo llega en el momento apropiado, es como si el mundo entero conspirara para que sucediera realmente así, puedes ignorarlo, aceptarlo o darte de bruces contra el suelo. Cualquier opción es válida, pero no por ello correcta.

Viernes noche, sentada delante de un televisor casi en mute, hallando la forma de silenciar todas esas palabras que revotaban una y otra vez por el subconsciente, no dejando escuchar a la razón, esa que actúa según la lógica, de forma correcta y concisa, tranquilizando cualquier atisbo de nerviosismo. Buscando cualquier tipo de distracción que consiga atenuar el sonido de esas voces que se pasean descontroladas por una cabeza cansada de tanta tontería.
Una pequeña pirámide de libros sutilmente colocada en la mesa de centro, me llama la atención. El primer libro sobre pájaros y algo más, no logra cautivarme por completo, lo levanto y me encuentro con un libro de color rojo, un color que si consigue despertar mi curiosidad, una manzana en la portada, y creo recordar que se llamaba algo así como "La manzana de Eva", la verdad no recuerdo muy bien el título. Lo hojeé por encima, sin perder de vista el punto de libro, y me paré en una pequeño fragmento, dónde usaba una metáfora de reinas, calabazas y armaduras oxidadas, no sabía muy bien a que se refería aquello, si era un poema, si era una historia, si era en referencia a otro libro, sólo se que me gustó. Y pensé, tengo que leer este libro.
Un día más tarde, ansiosa por entretenerme con algo de lectura, me acordé de "La manzana de Eva", me puse en busca de ese libro, pero no lo encontré, ni rastro de tal manual. Me acordé de algo así como que en toda mujer hay una reina, y ahí fui a parar a esa metáfora que leí sin querer, y me llevo al libro de aquel fragmento que había leído el día anterior.
El título me cautivó por completo.

La Reina que dio Calabazas al Caballero de la Armadura Oxidada.

Bien, lo empecé anteayer. Leí el prólogo escrito por otro autor, y eso acabó por convencerme que me hallaba ante algo que cambiaría mi forma de pensar, algo nuevo, algo que conmueve justo como a mi me gusta.
Hoy a duras penas he podido salir del hospital, trabajo me ha costado despegar mis ojos del ebook, es más, no sé como he conseguido llegar hasta el coche sin chocarme contra un árbol, o tropezarme con la acera. Mariposas en el estómago. Una sonrisa encaramada en los labios, como cuando piensas en alguien especial. Soy una enamoradiza de las cosas insignificantes que para mí lo significan todo. Me dejo llevar por la emociones, y sin querer me descubro sintiendo más mucho más. Pero es que a mí, cuando algo me gusta, me gusta y punto. Ni peros, ni excusas.

No sé cuanto durará este estado de éxtasis, y la verdad poco me importa, cuando al fin termino un libro que me gusta tanto, entro en un trance de tristeza/felicidad. Por una parte quiero más, y por otra me siento tremendamente especial por crear estos vínculos tan fuertes.

Empiezo a ver la parte positiva de todas estas cosas, las mismas por las que antes me sentía avergonzada, o incluso atemorizada por el que pensarán, o que sensación causará, una paradoja; el miedo a causar miedo.
¿Pero sabéis que? Qué ya esta bien de tanta tontería, de tanto callarse las ideas, de tanto agachar la cabeza y sentirse culpable. Que yo soy como soy y a quien no le guste, viento fresco.

Una lástima ver cuando alguien se niega algo que en el fondo quiere. Una verdadera lástima.


«Aunque tengas miedo, inténtalo, sigue adelante.» 

Cuentos, leyendas e historias varias

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Cuenta la leyenda que los tres cerditos se salvaban de las garras del lobo soplador y derribador de casas, eso contaba la leyenda, pero se ve que el cuento ha cambiado, y yo sin enterarme. Un cuento que seguramente y muy posible podría haber escrito yo, un cuento en el que el lobo se come al primer y al segundo cerdito. Donde el último cerdo y más listo, vacila durante un buen rato al lobo, y por último se hace una sopa con él... venga va, y luego preguntaros porque la sociedad sube como sube... con esa clase de cuentos traumáticos ¿¡¿que podemos esperar?!? Flipando me quedé mientras le leía el cuento a mi prima de seis años, bueno ella también alucinó un poco.  Yo creía que los tres cerditos se salvaban—. Toma; y yo!

Me gusta ver lo ansiosa que se pone mi prima cuando sabe que me tengo que quedar con ella, y el sobre esfuerzo que hace para no quedarse dormida...—Tú ves leyendo, que yo cierro los ojos pero no me duermo ¿eh?—. Me recuerda a mí con mi tía. Eran buenos tiempos...

Y hablando de buenos tiempos, hacía mucho que no los compartía con los amigos de siempre, con sus misas bromas, sus curiosidades, todo eso que los hace únicos y especiales. Me gusta recuperar esa clase de cosas, reírme como antes, hasta que me duela la garganta. Y cenar, como hacía tiempo que no lo hacía!! Con tranquilidad, sin presión, sin sentir angustia, llevaba un tiempo haciendo el tonto, teniendo hambre, pero al probar algo... se me quitaban las ganas. Pero me porté bien, vamos, que fui la única que dejo el plato vacío! y el postre señores.... QUÉ POSTRE!!!!!!!
Durante cinco minutos desaparecí por completo, sucumbida en mi burbuja; Panqueque de dulce de leche. Tremendamente orgásmico, con deciros que acabé despeinada... jajajaja 

Y luego esta la tía curiosa, que aunque no pudo rescatarme ayer, lo ha hecho hoy. Y que es una mala influencia, pero malamalamala, que me enseña cosas que luego quiero!! 
Y blablablabla

Que nos encantan las fotos, y hacer el inútil, claro que si!




Sinceridad 2.0

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Nunca he sabido pedir ayuda, es una cosa que me cuesta demasiado, quizás porque desde pequeña me han inculcado que cada uno tiene que resolver sus problemas por si mismo, y que el hecho de pedir ayuda te convierte en una persona débil.
Esto me ha traído demasiados problemas, he acarreado con todas mis preocupaciones yo sola, hasta que llega esa gota de agua que derrama el vaso y después ya no hay vuelta atrás, llegan los ataques de ira y los malditos impulsos que empeoran la situación. Y de ahí a las tonterías, esas tonterías que dejan unas marcas visibles con la que tengo que convivir el resto de los días. 
Alguien me enseñó a respirar y contar hasta diez antes de cometer locuras, aunque a veces se me olvida.

Pero por suerte hace ya mucho tiempo que dejé de aliviarme de aquella forma, y en el fondo me gustaría poder decir que ya no ha vuelto a pasar por mi mente, pero no es así. A veces siento que la lucha que tengo conmigo misma es más grande que la lucha con el mundo exterior, me ahogo sin motivo, por esa especie de ansiedad que siento por querer hacer algo de lo que luego sólo me puedo arrepentir. Es cómo si mi cerebro sólo pudiera recordar el momento de anestesia y tranquilidad, después de las emociones descontroladas, olvidando todo lo demás. 
Me siento mal, por no poder deshacerme de esos pensamientos, de estar atada a una parte del pasado que sólo quiero olvidar. Hay algunos hábitos que deberían quedar atrás, porque son dañinos física y psíquicamente. Pero esto es como el tiempo loco de la primavera, recaídas que vienen y van, todo acaba pasando tarde o temprano, o eso me gustaría creer.

Cuando pido ayuda, es porque ya no puedo más. Sé que no debería ser así, que no debería aguantar hasta saturarme de esta forma, hasta estar en la cuerda floja. Pero por una parte me siento orgullosa de mi misma, porque esta vez cuento hasta diez y pido ayuda. No quiero más marcas en mi piel.

Amaral - Cuando suba la marea

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Lyona siempre se sale con los vídeos, muy acertado.

El lugar es l'aquàtic un parque acuático abandonado que está en Sitges, un buen sitio para hacer fotos o para perderse un rato...